7/22/2007

Yes Men: ¿La vanguardia del siglo XXI?



Por Simón Ramone

¿Es posible despertar a la gente a través de actos que rompan lo cotidiano? ¿La varguardia, esa necesaria chispa proclamada por Lenin, es aplicable en medio del tormentoso e incierto siglo XXI?


Muchos me dirán que no. "Simón, piensa en todos los casos en que emotivos idealistas con corazones frágiles fracasaron a lo largo de la historia". Puede ser, el problema es que en muchos casos se equivocaron en sus métodos. Aunque duela un poco, dentro de toda la mitología que se crea en base a la ETA o a distintos grupos fedayines de Medio Oriente: ese tipo de acciones, en el fondo políticas -por cierto desesperadas- no dieron mayores frutos.

Hay dos problemas en eso. Puede que los amantes de Bakunin -naturalmente enemigos a todo lo que huela a comunismo- no estén de acuerdo en la idea leninista de diversificar la "varguardia". Suena fascista -dicen por ahi-. Como no soy analista político ni menos me interesa defender procedimientos que no inventé, prefiero rescatar una idea del querido y odiado -uy que dialéctico- Lenin: su rechazo al economicismo.

¿Qué carajo significa economicismo? Exacto, enfocar la lucha política sólo teniendo como premisa las reivindicaciones económicas, que por un lado, no dejan percibir ni siquiera sombras de como funciona el malvado capitalismo, y por otro lado, esa ceguera -por cierto desesperada- no permite extender esa sensación de inconformismo, que entrelace las críticas y haga posible un cuestionamiento transversal y actual hacia el sistema.

Un ejemplo claro y actual: la citada y celebrada revolución pinguina. Como ya no soy escolar y tampoco participé directamente en nada que tenga que ver con ellos, no puedo calificar intenciones ni menos propósitos: es necesario visualizar los resultados. Entonces, teniendo en cuesta esto, es necesario preguntarse, ¿cuales fueron "las grandes victorias" pinguinas?

Tú me dirás que ganaron muchas becas para la PSU, que doblaron raciones alimenticias o que les dieron pase escolar gratuito. Hermoso.

Pero pasa algo raro acá. En estos resultados -repito que no tienen que ver con las intenciones del movimiento- no hay ningún punto que demuestre un cambio estructural hacia el sistema perverso. Sólo reivindicaciones inmediatistas. Que claro que son necesarias, pero que no se condicen con la fuerza de uno de los movimientos estudiantiles más masivos del último tiempo.

¿En que fallaron entonces? A mi juicio, en la incapacidad de salirse de ese economicismo, que privilegia como soluciones reivindicaciones que tengan que ver con dinero más que cambios -como he dicho ya- que tengan que ver con lo estructural.

"Pero eso es intangible, la única forma de visualizar el sistema es a través de la lucha económica. La infraestrutura, compañeros". Por más que se repita esa caricatura del marxismo, que ni siquiera vale la pena detallar, es necesario negar, explicitar, que eso nada tiene de revolucionario: lo único que consigue es legitimar el status quo.

Acá llega lo central a mi juicio, que tiene que ver con una visión exclusivamente corporativista -propia del Opus Dei, propia de Jaime Guzmán y de sus amigos de la UDI- de la sociedad. O sea, no te metas en eso, no es tu problema. Los trabajadores del cobre "son ejemplares, pero ellos están en sus propias reivindicaciones". "La UMCE está dando su batalla interna, ojalá que les vaya bien por allá: fuerza compañeros". Hay demasiados ejemplos y todos llegan al mismo error: no querer relacionar cada una de esas situaciones y convertirlas en un gran movimiento político o social.

Pero este tema da para un libro, lo central de este escrito es "la vanguardia". La idea era señalar un poco el contexto.

En Chile está bastante claro como se eterniza la realidad de la citada e idealizada opinión pública. Exacto, a través de los medios de comunicación. Ellos socializan lo que está correcto, lo que no y lo mejor de esto, es que nos proporcionan detalles de todo esto. Es el paraíso -dice un asiduo lector de El Mercurio-.

¿Qué pasaría, entonces, si teniendo en cuenta este escenario de clichés, frases que se repiten de memoria como convenientes verdades institucionales, viniera un grupo de ciudadanos a transparentar sus intenciones y tomar -literalmente- su lugar dentro de las cúpulas de poder que ellos frecuentan?

Pasarían muchas cosas, pero lo interesante de esto -dejando de lado el supuesto- es que pasa. Existe un grupo de activistas, retratados con maestría en el documental de
Dan Ollman, Sarah Price y Chris Smith llamados "The Yes Men", que toman el lugar de importantes miembros de la OMC, de directores de multinacionales, para, por un lado, explicitar su mensaje y dejar en evidencia cual es la lógica eclipsada tras convincentes argumentaciones, y por otro lado, molestar y ridiculizar a una audiencia poco crítica con sus mensajes, que en muchos casos, ni siquiera se han dado el tiempo de escuchar.

Uno de los ejemplos notables que proporciona el documental es cuando un grupo de Yes Men
dicta una conferencia para un grupo importante de ejecutivos -por cierto haciéndose pasar por miembros de la OMC-, en donde los invitan a repensar la relación que comparten los empresarios con sus trabajadores. No tiene que ver ni con psicología ni con charlas grupales que permitan abrir corazones. Mucho más sencillo que eso. La respuesta es un traje plateado con un gran fallo -si te suena mejor pene puedes decirlo- que sale desde su ombligo, que le permita al gerente "controlar cada una de las operaciones de tus trabajadores".

Puede que no me creas, pero todo esto lo hace en medio de una conferencia de gente seria y "respetable". Incluso, agrega que a tu traje le puedes arreglar unos censores en partes vitales de tu cuerpo, para estar conectado de una forma realmente cercana con tus trabajadores.

No sé si lo que hacen los Yes Men será la respuesta a una vanguardia cohesionada y espansiva que permita explicitar lo insostenible del sistema neo-liberal, que sacraliza el libre mercado y condena cualquier matiz hacia sus axiomas, pero aunque a muchos les cueste rconocerlo, sus accciones están siendo mucho más efectivas que realizar atentados anónimos u otras actitivades con algún cariz rebelde, que permitan "despertar" a la masa.

Además, su lucha toma distancia de una postura netamente economicista, que se queda en reivindicaciones pasajeras, lo que para despertar a los indolentes que insisten en rebelsarse ante el malvado Leviatán cuando roza su integridad, al menos tendrán una razón para, al menos, levantar la mano y decirle que no a muchas cosas.

Pero, sobre todo, explicitan las inconsistencias de un sistema que se legitima a través de argumentos tan irracionales y derechamente estúpidos que acepta y escucha a empresarios de la OMC que se visten con trajes plateados y que les ofrecen maravillas tecnológicas por más tontas e incoherentes que suenen. Como maximiza beneficios, para estos ejecutivos no existe mayor contradicción. Para nosotros, esta no puede ser más evidente.

En la actualidad, en donde casi nada conmueve y todo parece cotidiano, yo prefiero buscar la vanguardia en ejemplos originales y efectivos como el que realizan los Yes men, más que en detonantes que sólo generan incertumbre y poco debate sobre las motivaciones políticas actuales. ¿Y tú? ¿Qué opinas?


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