3/04/2008

¿Sangre Caníbal?

Quizás una de las películas más extrañas que he visto en el último tiempo sea Trouble Every Day –traducida de forma ridícula como Sangre Caníbal al español-. El tema a simple vista parece sencillo, por lo menos dentro del cine de terror B que tanto nos gusta: Un grupo de científicos locos decide investigar sobre los alcances del canibalismo dentro de la especie humana. Obviamente su loco experimento se les sale de las manos, siendo el caso más serio el interpretado por Beatrice Dalle, quién vendría siendo la joven ensangrentada de la foto de arriba.

Hasta ahí todo bien, el problema es que los científicos locos no tienen nada de locos, y el canibalismo, más que brillar por su brutalidad sin sentido, se mimetiza con un erotismo carnal que ni el propio Hannibal Lecter habría soñado.

¿Cómo se explica esto? Por la sencilla razón de que de película de B tiene poco. Su pésima traducción llevó a error a las personas que ordenan las películas en los catálogos y –por supuesto- a los estúpidos que deciden verlas.

Incluso la cinta estuvo seleccionada en la versión 2001 del festival de Cannes, lo que le quita ese aire marginal que podría suponerse.

Lo aterrador y a la vez incomprensible de la cinta es su interés por explorar en los espacios ocultos de la mente humana. Esos donde el amor, el deseo, la pasión y todas esas palabras que engloban sentimientos por otra persona, dejan de representarse a través de clichés o frases sacadas de algún libro de Neruda trillado, sino que emergen de los espacios más oscuros del ser humano.

Como ejercicio es interesante, pero su ritmo lento junto con la obsesión de la cineasta de crear un clima aterrador –a través de extensos silencios y de unos planos abiertos sin mayores justificaciones- pueden llegar a cansar a una audiencia –de la cual soy un fiel representante- acostumbrada a explosiones y muertes estúpidas con demasiada sangre.

Es una buena película. Pese a que no expliqué casi nada la recomiendo, porque durante hora y media te hace pensar. No en política ni en lo fea que está quedando la estatua de Jaime Guzmán, sino sobre nuestros sentimientos más ocultos que ni tú ni yo nos tomamos demasiado tiempo en conocer.

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