Las empresas contratistas en Irak, como BearingPoint y Carlyle Group, favorecidas por la política anti-estatista y corporativista del gobierno republicano estadounidense, han sido las principales beneficiarias de la guerra en Irak . Inmersos en la guerra iniciada en marzo de 2003, pero alejados de la línea central del conflicto bélico, han conseguido legitimarse y evadir la atención del debate público en sus acciones, esfumando así su responsabilidad en el actual clima de violencia y destrucción de la nación árabe.
Una parte del pastel
La invasión de Irak se vendió a la opinión pública sobre la base del temor a las armas de destrucción masiva, porque, como explicó Paul Wolfowitz, esas armas “eran el único punto sobre el que todo el mundo podía estar de acuerdo ”
Además, corría a favor de los estadounidenses la menguada capacidad militar de iraquí, que debido a las sanciones por el programa de inspección de armas de las Naciones Unidas estaba virtualmente desmantelada
Los cientos de saqueadores que redujeron las cerámicas antiguas, que rompieron vitrinas y se llevaron piezas de oro y otras antigüedades del Museo Nacional de Irak , destruyeron nada menos que los recuerdos de la primera civilización. Desapareció el 80% de los 170 mil objetos de gran valor del museo .
Una de las empresas norteamericanas preparada para dar el pistoletazo de salida al experimento del capitalismo de frontera fue New Bridge Strategies, fundada por Joe Allbaugh (ex jefe de FEMA con Bush) .
La promesa estadounidense consistió en utilizar sus contactos políticos de alto nivel para ayudar a las multinacionales estadounidenses a llevarse una parte del pastel en Irak. “Conseguir los derechos de distribución de Procter and Gamble sería una mina de oro” observó uno de los socios de la compañía” .
“Asesor político senior”
Paul Bremer, un civil conservador cercano al Partido Republicano fue el encargado de dirigir la “reconstrucción”, al convertirse en el nuevo enviado plenipotenciario en Irak .
El 11 de septiembre de 2001, Bremer trabajaba como director ejecutivo y “asesor político senior” en el gigante de seguros Marsh y McLennan. La compañía tenía sus oficinas en la Torre Norte del World Trade Center, destruida tras los ataques .
El 11 de octubre, Paul Bremer puso en marcha Crisis Consulting Practice, una nueva rama de Marsh especializada en ayudar a multinacionales a prepararse para posibles ataques terroristas y otras crisis.
Después de sustituir al general Jay Garner en el cargo de enviado principal de Estados Unidos, Bremer se pasó los primeros cuatro meses en Irak centrado en la transformación económica iraquí .
Su solución a la crisis fue abrir inmediatamente las fronteras a las importaciones sin ninguna limitación: ni aranceles, ni impuestos, ni inspecciones ni tasas. Irak, según declaró Bremer dos semanas después de su llegada, estaba “abierta para los negocios” .
La lista de deseos
Antes de la invasión, la economía de Irak se cimentaba en la compañía petrolera nacional y en doscientas empresas de propiedad estatal, que producían los componentes básicos de la dieta iraquí y la materia prima de su industria. Cuando llevaba un mes en su nuevo puesto, Bremer anunció que las empresas iban a ser privatizadas. “Poner las empresas estatales ineficaces en manos privadas –señaló Bremer- es esencial para la recuperación económica de Irak .
Posteriormente, vinieron las leyes económicas. Para incitar a los inversores extranjeros a tomar parte en la subasta de la privatización y reconstruir nuevas fábricas y tiendas en Irak, el representante estadounidense promulgó una serie de leyes descritas por The Economist como “la lista de deseos con la que sueñan los inversores extranjeros y las fundaciones benéficas para los mercados en desarrollo” .
Uno de los decretos estipulaba que los inversores podrían tramitar alquileres y contratos de cuarenta años con derecho a renovación, lo que significaba que los futuros gobiernos electos tendrían la carga de negocios firmados por sus ocupantes .
El único campo que Washington no privatizó, fue el del petróleo: los asesores iraquíes alertaron de que cualquier intento de privatizar la compañía petrolera estatal o reclamar las reservas no utilizadas antes de contar con un gobierno iraquí sería contemplado como un acto de guerra .
Así, mientras Bremer firmaba las leyes, las empresas privadas fueron las que diseñaron y controlaron la economía. BearingPoint, sucursal de la gran empresa de contabilidad y asesoría KPMG, recibió 240 millones de dólares para crear un “sistema mercantilista” en Irak .
Además, compañías de seguridad privada y contratistas de defensa formaron al nuevo ejército y policía de Irak (DynCorp, Vinnell y SIS, del Carlyle Group, entre otros) .
Lápida al sector público
Mohamed Tofiq, desde su cargo en el Ministerio de Industria iraquí, señaló a Naomi Klein, que había solicitado generadores en repetidas ocasiones, asegurando que las 17 fábricas estatales de cemento de Irak eran perfectamente capaces de apoyar la reconstrucción con materiales y de poner a trabajar a decenas de miles de iraquíes.
Las fábricas no recibieron nada: ni contratos, ni generadores, ni ayudas. Uno de los decretos de Bremer prohibió específicamente que el Banco Central iraquí ofreciese financiación a las empresas estatales .
La razón de este boicot contra la industria iraquí no era práctica, señaló Tofiq a Naomi Klein, sino ideológica. Entre los que tomaban las decisiones, “nadie creía en el sector público” .
Uno de las acciones más cuestionadas de Bremer fue el despido de aproximadamente 500 mil empleados del Estado, la mayoría de ellos soldados, además de médicos, enfermeras, profesores e ingenieros. Supuestamente, la “desbaazificación” obedeció al deseo de limpiar el gobierno de leales a Sadam .
Esta ceguera ideológica tuvo tres consecuencias concretas, detalladas con rigurosidad en el documental No End In Sight: perjudicó la posibilidad de la reconstrucción al retirar de sus puestos a gente preparada, debilitó la voz de los iraquíes seglares, y llenó la resistencia de personas furiosas .
Numerosos militares estadounidenses han reconocido que muchos de los 400 mil soldados que Bremer despidió fueron directos a la resistencia. Como dijo el coronel Thomas Hammes, “ahora tenemos unas doscientas mil personas armadas que saben utilizar esas armas, que no tienen futuro y sí una razón para estar furiosos con nosotros .
Pocos analistas se han detenido a reflexionar en el grave daño que ha generado la lógica privatizadora en Irak. Un país sin trabajo, sin ejército, sin escuelas públicas, sin sus ancestrales piezas históricas de sus museos.
Naomi Klein es un poco más optimista y pide un poco menos, señalando que si a los 6 meses de la invasión, los iraquíes hubiesen podido beber agua limpia de las cañerías de Bechtel, si sus casas hubiesen estado iluminadas con la electricidad de GE, si sus enfermos hubiesen sido tratados en hospitales construidos por Parsons, puede que la resistencia civil y los grupos fundamentalistas no hubiesen acumulado esa rabia y radicalidad, que tiene a Irak desangrándose, sin posibilidades efectivas de renacer como país, por lo menos: no a corto plazo.
Bibliografía:
Ferguson, Charles. [Documental]: No End In Sight. USA. Red Envelope Entertainment. 2007. DVD.
Deputy Secretary Wolfowitz Interview with Sam Tannenhaus (9-05-2003). Recuperado el 26 de Julio de http://www.defenselink.mil/transcripts/transcript.aspx?transcriptid=2594
Johnson, Peter(16-02-2008) . Media’s War Footing Looks Solid. Recuperado el 26 de Julio de 2008 de http://www.usatoday.com/news/world/iraq/2003-02-16-media-war_x.htm
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Fresnada, Carlos (1-10-2003). El ex jefe de campaña de Bush hace negocios en Irak. Recuperado el 28 de Julio de 2008 de http://www.elmundo.es/papel/2003/10/01/mundo/1486080.html
Thomas B. Edsall y Juliet Eilperin (2-10-2003). Lobbyists set sights on money-making opportunities in Iraq. Recuperado el 27 de Julio de http://www.washingtonpost.com/ac2/wp-dyn/A30907-2003Oct1
Paul Bremer será el enviado plenipotenciario en Irak de EEUU (7-05-2003). Recuperado el 27 de Julio de 2008 de http://www.lavozdeasturias.es/noticias/noticia.asp?pkid=58257
Klein Naomi (2007). La doctrina de shock. Un blowback ideológico en Klein, N. Editorial Paidos. P. 453
Byrne Harlan S. Disaster Relief: Insurance Brokers AON, Marsh look to recover, even benefit post-september 11, Barron’s. 19 de noviembre de 2001
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Klein, Naomi (2007). La doctrina del shock. Borrando Irak en Klein, N. Editorial Paidos. P. 447
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Let’s all go to the yard sale (27-09-2003). Recuperado el 28 de Julio de 2008 de http://findarticles.com/p/articles/mi_hb5037/is_200309/ai_n18262115
Autoridad Provisional de la Coalición, Order Number 37 Tax Strategy For 2003. Recuperado el 29 de Julio de 2008 de http://iraqcoalition.org/regulations/20030919_CPAORD_37_Tax_Strategy_for_2003.pdf
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Oficina del inspector general, Usaid, Audit of Usaid/Iraq’s Economic Reform Program, informe número E-266-04-004-P (20-09-2004). pp 5-6. Recuperado el 28 de julio de 2008 de http://www.usaid.gov/oig/public/fy04rpts/e-266-04-004-p.pdf
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Rajiv Chandrasekaran, defense skirts state in reviving Iraqi industry. Washington post , 14 de mayo de 2007 http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2007/05/13/AR2007051301165.html
Klein Naomi (2007). La doctrina de shock. Un blowback ideológico en Klein, N. Editorial Paidos. P. 459
(Desbaazificación: Proceso que proscribió el partido oficialista iraquí Baaz)
Ferguson, Charles. [Documental]: No End In Sight. USA. Red Envelope Entertainment. 2007. DVD.
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The lost year in Iraq. (17-10-2006). Recuperado el 29 de Julio de http://www.pbs.org/wgbh/pages/frontline/yeariniraq/
Una parte del pastel
La invasión de Irak se vendió a la opinión pública sobre la base del temor a las armas de destrucción masiva, porque, como explicó Paul Wolfowitz, esas armas “eran el único punto sobre el que todo el mundo podía estar de acuerdo ”
Además, corría a favor de los estadounidenses la menguada capacidad militar de iraquí, que debido a las sanciones por el programa de inspección de armas de las Naciones Unidas estaba virtualmente desmantelada
Los cientos de saqueadores que redujeron las cerámicas antiguas, que rompieron vitrinas y se llevaron piezas de oro y otras antigüedades del Museo Nacional de Irak , destruyeron nada menos que los recuerdos de la primera civilización. Desapareció el 80% de los 170 mil objetos de gran valor del museo .
Una de las empresas norteamericanas preparada para dar el pistoletazo de salida al experimento del capitalismo de frontera fue New Bridge Strategies, fundada por Joe Allbaugh (ex jefe de FEMA con Bush) .
La promesa estadounidense consistió en utilizar sus contactos políticos de alto nivel para ayudar a las multinacionales estadounidenses a llevarse una parte del pastel en Irak. “Conseguir los derechos de distribución de Procter and Gamble sería una mina de oro” observó uno de los socios de la compañía” .
“Asesor político senior”
Paul Bremer, un civil conservador cercano al Partido Republicano fue el encargado de dirigir la “reconstrucción”, al convertirse en el nuevo enviado plenipotenciario en Irak .
El 11 de septiembre de 2001, Bremer trabajaba como director ejecutivo y “asesor político senior” en el gigante de seguros Marsh y McLennan. La compañía tenía sus oficinas en la Torre Norte del World Trade Center, destruida tras los ataques .
El 11 de octubre, Paul Bremer puso en marcha Crisis Consulting Practice, una nueva rama de Marsh especializada en ayudar a multinacionales a prepararse para posibles ataques terroristas y otras crisis.
Después de sustituir al general Jay Garner en el cargo de enviado principal de Estados Unidos, Bremer se pasó los primeros cuatro meses en Irak centrado en la transformación económica iraquí .
Su solución a la crisis fue abrir inmediatamente las fronteras a las importaciones sin ninguna limitación: ni aranceles, ni impuestos, ni inspecciones ni tasas. Irak, según declaró Bremer dos semanas después de su llegada, estaba “abierta para los negocios” .
La lista de deseos
Antes de la invasión, la economía de Irak se cimentaba en la compañía petrolera nacional y en doscientas empresas de propiedad estatal, que producían los componentes básicos de la dieta iraquí y la materia prima de su industria. Cuando llevaba un mes en su nuevo puesto, Bremer anunció que las empresas iban a ser privatizadas. “Poner las empresas estatales ineficaces en manos privadas –señaló Bremer- es esencial para la recuperación económica de Irak .
Posteriormente, vinieron las leyes económicas. Para incitar a los inversores extranjeros a tomar parte en la subasta de la privatización y reconstruir nuevas fábricas y tiendas en Irak, el representante estadounidense promulgó una serie de leyes descritas por The Economist como “la lista de deseos con la que sueñan los inversores extranjeros y las fundaciones benéficas para los mercados en desarrollo” .
Uno de los decretos estipulaba que los inversores podrían tramitar alquileres y contratos de cuarenta años con derecho a renovación, lo que significaba que los futuros gobiernos electos tendrían la carga de negocios firmados por sus ocupantes .
El único campo que Washington no privatizó, fue el del petróleo: los asesores iraquíes alertaron de que cualquier intento de privatizar la compañía petrolera estatal o reclamar las reservas no utilizadas antes de contar con un gobierno iraquí sería contemplado como un acto de guerra .
Así, mientras Bremer firmaba las leyes, las empresas privadas fueron las que diseñaron y controlaron la economía. BearingPoint, sucursal de la gran empresa de contabilidad y asesoría KPMG, recibió 240 millones de dólares para crear un “sistema mercantilista” en Irak .
Además, compañías de seguridad privada y contratistas de defensa formaron al nuevo ejército y policía de Irak (DynCorp, Vinnell y SIS, del Carlyle Group, entre otros) .
Lápida al sector público
Mohamed Tofiq, desde su cargo en el Ministerio de Industria iraquí, señaló a Naomi Klein, que había solicitado generadores en repetidas ocasiones, asegurando que las 17 fábricas estatales de cemento de Irak eran perfectamente capaces de apoyar la reconstrucción con materiales y de poner a trabajar a decenas de miles de iraquíes.
Las fábricas no recibieron nada: ni contratos, ni generadores, ni ayudas. Uno de los decretos de Bremer prohibió específicamente que el Banco Central iraquí ofreciese financiación a las empresas estatales .
La razón de este boicot contra la industria iraquí no era práctica, señaló Tofiq a Naomi Klein, sino ideológica. Entre los que tomaban las decisiones, “nadie creía en el sector público” .
Uno de las acciones más cuestionadas de Bremer fue el despido de aproximadamente 500 mil empleados del Estado, la mayoría de ellos soldados, además de médicos, enfermeras, profesores e ingenieros. Supuestamente, la “desbaazificación” obedeció al deseo de limpiar el gobierno de leales a Sadam .
Esta ceguera ideológica tuvo tres consecuencias concretas, detalladas con rigurosidad en el documental No End In Sight: perjudicó la posibilidad de la reconstrucción al retirar de sus puestos a gente preparada, debilitó la voz de los iraquíes seglares, y llenó la resistencia de personas furiosas .
Numerosos militares estadounidenses han reconocido que muchos de los 400 mil soldados que Bremer despidió fueron directos a la resistencia. Como dijo el coronel Thomas Hammes, “ahora tenemos unas doscientas mil personas armadas que saben utilizar esas armas, que no tienen futuro y sí una razón para estar furiosos con nosotros .
Pocos analistas se han detenido a reflexionar en el grave daño que ha generado la lógica privatizadora en Irak. Un país sin trabajo, sin ejército, sin escuelas públicas, sin sus ancestrales piezas históricas de sus museos.
Naomi Klein es un poco más optimista y pide un poco menos, señalando que si a los 6 meses de la invasión, los iraquíes hubiesen podido beber agua limpia de las cañerías de Bechtel, si sus casas hubiesen estado iluminadas con la electricidad de GE, si sus enfermos hubiesen sido tratados en hospitales construidos por Parsons, puede que la resistencia civil y los grupos fundamentalistas no hubiesen acumulado esa rabia y radicalidad, que tiene a Irak desangrándose, sin posibilidades efectivas de renacer como país, por lo menos: no a corto plazo.
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Oficina del inspector general, Usaid, Audit of Usaid/Iraq’s Economic Reform Program, informe número E-266-04-004-P (20-09-2004). pp 5-6. Recuperado el 28 de julio de 2008 de http://www.usaid.gov/oig/public/fy04rpts/e-266-04-004-p.pdf
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