10/14/2008

El Unza Time Hizo Temblar Santiago

-Hola, soy prensa
-¿De qué medio eres?
-Nihilismo Innecesario
-Ya, que Nihilismo noséqué pase por acá…

A las 6 de la tarde del domingo 12 de octubre, ya estaba en la puerta del Teatro Caupolicán. Mientras trato de ver por donde puedo ingresar al recinto, observo como se genera una incipiente aglomeración, producto de la negativa de algunos guardias de dejar ingresar al público a la previa futbolera. El argumento radicaba en que algunas entradas no acreditaban el curioso beneficio.

“A las 9 empieza el concierto señor, antes no puede pasar” –pronunciaba un impávido guardia-.

Ya adentro, percibo lo remozado que se encuentra el Teatro. La última vez que asistí fue a fines de 2006, al cumpleaños número 15 de los Miserables. Pese a que el recinto ya contaba con remodelaciones, en aquella ocasión no percibí el aire de elegancia que quiere impregnarle la nueva administración, cuidando detalles a simple vista tan irrelevantes como, por ejemplo, el traje rojo y negro de los vendedores de bebidas , que contrasta con el ya clásico delantal naranja presente en la mayoría de los estadios.

Poco a poco comienza a llenarse la cancha, probablemente, condicionado por la curiosa restricción horaria impuesta por los guardias.

El público era bastante heterogéneo. Por la cancha y las graderías -acá llamadas "tribunas"- circulan desde emocionados adolescentes quinceañeros, pasando por alegres madres -con sus pequeños hijos al hombro-, además de muchos adultos mayores, quienes se ubican en varios puntos del recinto. Mientras tanto, Venezuela y Brasil amenizan la espera.

Los minutos pasaron y llegó el turno del partido de Chile con Ecuador. Por patético que parezca, lo más emocionante que recuerdo fue la caída de la señal televisiva en dos oportunidades. Porque del partido en sí: no vale la pena profundizar.

Apenas terminado el encuentro, el público, que permanecía sentado en la cancha, se levanta raudamente: la fiesta estaba a punto de comenzar.

Llegó el Unza


Pasado las 9 y después de la anécdotica proyección de los partidos de fútbol, la No Smoking Orchestra sube al escenario.

Pocas veces he visto tal cantidad de energía en un recital. Es cierto que el virtuosismo y la festividad del unza unza estimulan esa interacción sincera y desatada de la audiencia, pero no se puede minimizar el carisma y el desplante del verdadero líder e ideólogo del estilo musical de la banda, Dr Nelle, quien, sin duda, gatilló ese estado anímico.

Vestido con un pantalón rojo -similar a un piyama- y la polera de Chile con el 11 de Salas en la espalda -que posteriormente se quitó-, Dr. Nelle se comportaba al mismo nivel de potencia que Jello Biafra, el recordado vocalista de los Dead Kennedys. Alegre, provocador, carismático: Nelle las hizo todas. Se subió a los parlantes, se tiró al piso, saltó y controló al público con una facilidad que pocas veces he tenido la oportunidad de presenciar.

Pero no sólo él destacaba. Cada miembro de la orquesta remozaba talento. Neša Petrović en saxofón fue uno de los más aplaudidos, seguido muy de cerca por Dejan Sparavalo en violín.

¿Cambiemos sombreros?

La banda no fue mesquina en la interpretación de clásicos. Por los parlantes del estadio pasaron temas como Pitbul Terrier, la celebrada Drang Nach Osten, o la espectacular Was Romeo a Really Jerk, momento en que una chica del público fue invitada al escenario a bailar junto a Nelle.

Esta no fue la única canción en donde muchachas del público subieron al escenario. Por ejemplo, en medio del a interpretación Evergreen, de la banda sonora de la Vida es un Milagro, Nelle invita a 3 chicas al escenario, en donde cada una de ellas baila con desatado entusiamo.

Lo simpático ocurre al final, cuando una de ellas le pide a Kustu un intercambio de sombreros, ante lo que el guitarrista accede sin mayor resistencia. Mientras se bajaba del escenario, la joven levantaba el puño izquierdo sosteniendo su invaluable trofeo. Había triunfado.

También interpretaron canciones de su ópera punk Tiempo de Gitanos. El más aplaudido y gritado, que fue presentado como Fuck You Mtv, fue Evropa, el que tuvo a lo más de 5 mil asistentes gritando en contra del antiguo rey de los videos, mientras, al mismo tiempo, Kusturica bailaba al ritmo de la melodía.

La pugna con MTV no es sólo porque nunca los consideraron en su programación, es más bien por principios. Nelle, quién plasmó su manifiesto en la canción Unza Unza Time, señala que el sentido del estilo radica justamente en contrarrestar el daño que provocó el video a la creatividad y a todo lo que el rock n roll representaba.

Upside Down también fue una de las canciones más celebradas de la noche, comandada por Goran Popović con su imponente tuba y con un público enfervorizado, aplaudiendo al mismo compás de un estusiasta Dr Nelle.

Mientras la pasión estaba desatada en cancha, sobre todo en medio de la adrenalínica interpretación de Bubamara, decenas de personas comienzan a lanzarse hacia ella desde platea, provocando la molestia e incluso la violencia por parte de algunos asistentes, quienes, increpaban duramente a los adolescentes por la arriesgada proeza. "Ten cuidado, estúpido" -gritaba una enrrabiada mujer que no supera los 30 años-.

Pasaron muchas más cosas, como la subida al escenario de una representante del pueblo mapuche, la que, inesperadamente, generó un espontáneo "liberar, liberar, al mapuche por luchar" o las incalculables locuras de la banda, que van desde hacer girar los instrumentos en 360 grados, hasta realizar divertidas actuaciones en el escenario, como peleas de box -por ejemplo entre Nelle y Popović- o los bailes cordinados entre todos los miembros sin dejar de tocar.

La No Smoking es eso. Es magia, es locura, es música del corazón, que sabe transmitir con orgullo lo más profundo de las tradiciones balcánicas, matizado con una correcta ejecución punk-rocker.

Una noche redonda. Lo que personalmente encontré lamentable eso sí, fue incluir a La Mano Ajena como cierre del show. No porque sea una mala banda, el problema es que después de 2 horas de energía desatada, era difícil retener a miles de personas, sobre todo, cuando la mayoría de ellos no conocía de la existencia del grupo. Su ubicación natural y merecida debería haber sido de teloneros.

Bien por la No Smoking Orchestra, que día a día confirma, con su música, con su virtuosismo y sobre todo, con su inigualable vitalidad en vivo, que es mucho más que la facilista caricatura que busca reducirla a la banda sonora de las películas de Kusturica. Los balcánicos lo demostraron con creces. ¡Y vaya que se agradece!

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