Review del regreso discográfico de los Violadores durante el año 2006, momento en que editan su esperádo disco "Bajo un sol feliz", que los trajo a Chile dos veces ese mismo año, primero en un emotivo show en la Batuta, y posteriormente en el cumpleaños de los Miserables, esto después de casi 20 años de ausencia -pese a una inesperada aparición del proyecto Stuk@Pil en el Teatro Providencia en 1997-.
Cabe señalar que la banda liderada por Pil se encuentra ad-portas de editar su esperado documental "Ellos son, Los Violadores", que recorre sus hitos más importantes en más de 27 años de trayectoria.
Es arriesgado lo que están apunto de leer, pero en parte es cierto: hace años que no escuchaba un disco tan bueno como este. Puede que el emotivo disco póstumo del maestro Joey Ramone –Don’t Worry About Me- o el espectacular disco de Ocho Bolas en donde tributan a Pablo de Rokha –Genio y Figura- hayan llegado a emocionarme de forma enfermiza, pero lo que generan los Violadores es distinto.
He escuchado algunas críticas hacia la actual formación de Violadores. “No, es que no está Stuka” – dicen muchos por ahí-. Crítica que comparto, porque no puede olvidarse a una pieza fundamental de las composiciones violadoras. Es como borrar sin asco a McCartney de los Beatles.
Pero la ausencia de Stuka no fue producto de peleas o rencillas irreconciliables con Pil u otros integrantes de la banda. Es necesario recordar que después que los Violadores se separaron, Stuka con Pil se juntaron en el grupo –con original nombre- Stuk@Pil. Incluso vinieron a Chile, en un concierto en el Teatro Providencia el año 1997. Lo que pasó con el guitarrista clásico de la banda, que no le permitió formar parte de esta reunión, fueron problemas legales y familiares. Así de simple. Aunque no se crea, actualmente se encuentra viviendo en EEUU con su familia. Vamos al disco.
Las guitarras parten con “Bajo un sol feliz”, tema que da el nombre al disco. Con guitarras punkrockers y una melodía clásica de la primera camada de la escena inglesa, los Violadores, a través de una letra irónica e inteligente, describen el proceso mental que realiza un político que puede estar presente en cualquier país. Sin eufemismos ni dobles lecturas de lenguaje, Pil desenmascara a esta tropa de delincuentes que siguen monopolizando el sistema.
El segundo corte se llama “Anita del Mar”. Pil en una entrevista lo relacionó con el vallenato -la cumbia pura de Colombia-, música que influencio mucho sus composiciones desde su autoimpuesta residencia en el Perú. De nuevo mantienen una melodía no muy acelerada, alejada de las modas melódicas en donde todas las canciones se parecen con todas. Una letra, definida por el propio Pil, como “a lo García Márquez”, afirmación que no deja de ser ambiciosa.
Si creían que el pogo estaría ausente en los nuevos conciertos violadores: se equivocaron. El tercer corte de la placa, titulado “Combate”, revive el espíritu de esas emblemáticas canciones como “Violadores de la ley” o “ Viejos Patéticos”. La música es perfecta, en donde Tucán –guitarra- establece una combinación perfecta con el Niño – por su edad, ¡mal pensados!- en bajo. Sergio Vall mantiene los tiempos de una forma impecable, generando una de las mejores canciones del disco.
A continuación viene Nelson Chess. ¿Alguien sabe quien es? Por lo menos, yo no. Según la letra de Pil, sería un famoso y mítico hacker, pero yo no he podido encontrar ninguna información al respecto. Creo que en su visita a la Batuta, el vocalista –en esa ocasión bastante borracho- dio alguna explicación al respecto, pero en este momento no la recuerdo.
Con "Mentiras" –quinta canción- el ritmo se acelera un poco y regresa el punk-rock más acelerado. Se asemeja con las nuevas canciones –ojo sólo en velocidad- presentes en el “En vivo y ruidoso II” del 2002. La letra mantiene la crítica hacia el imperialismo americano, adquiriendo una vigencia preocupante, sobre todo con los sucesos ocurridos en los últimos años, como la invasión a Afganistán -¿sabían que EEUU compró las imágenes satelitales del país árabe para que otros medios no los difundieran?- y la ocurrida en Irak.
"Zombie" pone la cuota de relajo ante tanta profundidad casi metafísica y las dosis de crítica política. El ritmo es perfecto para realizar un alegre pogo, complementado con una letra romanticona, ya presentes en anteriores discos de la banda argentina (¿cómo olvidar “Sentimiento Fatal”?).
La crítica regresa en la séptima canción –"Noche de Rave"-. El blanco en esta ocasión son las fiestas electrónicas. Porque, admitámoslo, más allá del impulso original, en donde la crítica radical hacia la sociedad y a la misma industria –no todo era punchi punchi- la música electrónica ha pasado a constituir la excusa de jovencitos adinerados para adquirir una rebeldía que de auténtica tiene muy poco.
En “Fuegos de artificio”, Pil regresa con esa poesía ambigua y enigmática que hace tan ricas a las líricas de Violadores. No porque queramos buscar pseuda-intelectualidad, sino porque te hacen pensar, lo que siempre será positivo. La música, dirigidas por los inspirados solos de guitarra de Tucán, le dan un cariz melancólico a uno de los puntos más altos del disco.
“Una marcha más”, la novena canción de “Bajo un sol feliz” parte con el bajo de el Niño –insisto,¡es por la edad!- que recuerda la clásica canción de Exploited, “Alternative”. La música debe ser una de las más rápidas del disco, combinada a la perfección con la letra de Pil, que describe no las intenciones de reivindicación social de los sindicatos o de las organizaciones sociales, sino el proceso que realizan los carabineros –los pacos-, definidos como cazadores por Pil, que “se quieren llevar tu dignidad: ¡tu libertad!” – dice el vocalista violador.
"Un espía en la Habana" ya estaba presente en el ep “Y va sangrando”, salido el año 2004. En su momento me pareció una peligrosa exploración musical, ya que recurrieron a excesivos arreglos melódicos, que hacían suponer el urgente regreso de Stuka, el punk por naturaleza de la banda. Pero dentro de “Bajo un sol feliz” está bien. No te voy a mentir, la letra todavía no la entiendo, así que me remitiré a decir que Pil está en contra del espía y a favor de Cuba.
La penúltima canción del album se llama “Oficial u Opositor”. Acá se nota la influencia de los Toten Hosen, grandes amigos de la banda, en donde el ritmo acelerado regresa a tomarse otra canción. La letra se refiere a las volteretas ideológicas realizadas por los políticos, muy común por estos días. “Apoyaste al dictador, bienvenida la elección...¡un día sos oficial y otro día opositor!” – grita Pil-. Más claro que el agua, aunque depende de donde la tomemos.
Para finalizar, "Una historia, dos ciudades" ¡no podía faltar la balada! Por cierto, “a lo violador”. Pil debe ser uno de los mejores compositores que siguen dando la batalla. A pesar de que es una canción melancólica, y que podría ser considerada como una “mariconada” por parte de la escena más dura, Pil consigue el equilibrio en la composición, generando una historia atractiva, en donde describe a las ciudades que han sido su patria durante su vida: Lima y Buenos Aires. Buen final.
¡Pero no podía faltar el bonus track! Ese pilluelo escondido que suele omitirse dentro de los créditos del disco. Es una canción popular irlandesa, titulada "Nancy Whisky". No estoy seguro, pero creo que canta gente de los Toten.
Para concluir, quiero señalar lo magnifico del regreso de una banda de la talla de los Violadores. El mérito de estos dinosaurios del punk-rock es que a pesar de todo el trayecto que han recorrido – más de 25 años- , de los cambios de integrantes, de la incapacidad de lograr una popularidad que se tienen más que merecidos –por sobre de bandas oportunistas que no mencionaré- siguen corriendo el riesgo de reinventarse, y de sobre todo, seguir realizando nuevas canciones.
Es cierto que la banda visitó dos veces Chile el año pasado –situación que no ocurría hace más de 10 años- pero no sería ninguna molestia tenerlos de vuelta por estos lados. Porque a estas alturas, lo que genera Violadores, esa mística, ese punkrock que nace desde los huesos, no es una moda pasajera generada por un contexto de pubertad u rebeldía momentánea. A estas alturas, Violadores es un sentimiento. ¡Grande Violadores!
Cabe señalar que la banda liderada por Pil se encuentra ad-portas de editar su esperado documental "Ellos son, Los Violadores", que recorre sus hitos más importantes en más de 27 años de trayectoria.
Es arriesgado lo que están apunto de leer, pero en parte es cierto: hace años que no escuchaba un disco tan bueno como este. Puede que el emotivo disco póstumo del maestro Joey Ramone –Don’t Worry About Me- o el espectacular disco de Ocho Bolas en donde tributan a Pablo de Rokha –Genio y Figura- hayan llegado a emocionarme de forma enfermiza, pero lo que generan los Violadores es distinto.
He escuchado algunas críticas hacia la actual formación de Violadores. “No, es que no está Stuka” – dicen muchos por ahí-. Crítica que comparto, porque no puede olvidarse a una pieza fundamental de las composiciones violadoras. Es como borrar sin asco a McCartney de los Beatles.
Pero la ausencia de Stuka no fue producto de peleas o rencillas irreconciliables con Pil u otros integrantes de la banda. Es necesario recordar que después que los Violadores se separaron, Stuka con Pil se juntaron en el grupo –con original nombre- Stuk@Pil. Incluso vinieron a Chile, en un concierto en el Teatro Providencia el año 1997. Lo que pasó con el guitarrista clásico de la banda, que no le permitió formar parte de esta reunión, fueron problemas legales y familiares. Así de simple. Aunque no se crea, actualmente se encuentra viviendo en EEUU con su familia. Vamos al disco.
Las guitarras parten con “Bajo un sol feliz”, tema que da el nombre al disco. Con guitarras punkrockers y una melodía clásica de la primera camada de la escena inglesa, los Violadores, a través de una letra irónica e inteligente, describen el proceso mental que realiza un político que puede estar presente en cualquier país. Sin eufemismos ni dobles lecturas de lenguaje, Pil desenmascara a esta tropa de delincuentes que siguen monopolizando el sistema.
El segundo corte se llama “Anita del Mar”. Pil en una entrevista lo relacionó con el vallenato -la cumbia pura de Colombia-, música que influencio mucho sus composiciones desde su autoimpuesta residencia en el Perú. De nuevo mantienen una melodía no muy acelerada, alejada de las modas melódicas en donde todas las canciones se parecen con todas. Una letra, definida por el propio Pil, como “a lo García Márquez”, afirmación que no deja de ser ambiciosa.
Si creían que el pogo estaría ausente en los nuevos conciertos violadores: se equivocaron. El tercer corte de la placa, titulado “Combate”, revive el espíritu de esas emblemáticas canciones como “Violadores de la ley” o “ Viejos Patéticos”. La música es perfecta, en donde Tucán –guitarra- establece una combinación perfecta con el Niño – por su edad, ¡mal pensados!- en bajo. Sergio Vall mantiene los tiempos de una forma impecable, generando una de las mejores canciones del disco.
A continuación viene Nelson Chess. ¿Alguien sabe quien es? Por lo menos, yo no. Según la letra de Pil, sería un famoso y mítico hacker, pero yo no he podido encontrar ninguna información al respecto. Creo que en su visita a la Batuta, el vocalista –en esa ocasión bastante borracho- dio alguna explicación al respecto, pero en este momento no la recuerdo.
Con "Mentiras" –quinta canción- el ritmo se acelera un poco y regresa el punk-rock más acelerado. Se asemeja con las nuevas canciones –ojo sólo en velocidad- presentes en el “En vivo y ruidoso II” del 2002. La letra mantiene la crítica hacia el imperialismo americano, adquiriendo una vigencia preocupante, sobre todo con los sucesos ocurridos en los últimos años, como la invasión a Afganistán -¿sabían que EEUU compró las imágenes satelitales del país árabe para que otros medios no los difundieran?- y la ocurrida en Irak.
"Zombie" pone la cuota de relajo ante tanta profundidad casi metafísica y las dosis de crítica política. El ritmo es perfecto para realizar un alegre pogo, complementado con una letra romanticona, ya presentes en anteriores discos de la banda argentina (¿cómo olvidar “Sentimiento Fatal”?).
La crítica regresa en la séptima canción –"Noche de Rave"-. El blanco en esta ocasión son las fiestas electrónicas. Porque, admitámoslo, más allá del impulso original, en donde la crítica radical hacia la sociedad y a la misma industria –no todo era punchi punchi- la música electrónica ha pasado a constituir la excusa de jovencitos adinerados para adquirir una rebeldía que de auténtica tiene muy poco.
En “Fuegos de artificio”, Pil regresa con esa poesía ambigua y enigmática que hace tan ricas a las líricas de Violadores. No porque queramos buscar pseuda-intelectualidad, sino porque te hacen pensar, lo que siempre será positivo. La música, dirigidas por los inspirados solos de guitarra de Tucán, le dan un cariz melancólico a uno de los puntos más altos del disco.
“Una marcha más”, la novena canción de “Bajo un sol feliz” parte con el bajo de el Niño –insisto,¡es por la edad!- que recuerda la clásica canción de Exploited, “Alternative”. La música debe ser una de las más rápidas del disco, combinada a la perfección con la letra de Pil, que describe no las intenciones de reivindicación social de los sindicatos o de las organizaciones sociales, sino el proceso que realizan los carabineros –los pacos-, definidos como cazadores por Pil, que “se quieren llevar tu dignidad: ¡tu libertad!” – dice el vocalista violador.
"Un espía en la Habana" ya estaba presente en el ep “Y va sangrando”, salido el año 2004. En su momento me pareció una peligrosa exploración musical, ya que recurrieron a excesivos arreglos melódicos, que hacían suponer el urgente regreso de Stuka, el punk por naturaleza de la banda. Pero dentro de “Bajo un sol feliz” está bien. No te voy a mentir, la letra todavía no la entiendo, así que me remitiré a decir que Pil está en contra del espía y a favor de Cuba.
La penúltima canción del album se llama “Oficial u Opositor”. Acá se nota la influencia de los Toten Hosen, grandes amigos de la banda, en donde el ritmo acelerado regresa a tomarse otra canción. La letra se refiere a las volteretas ideológicas realizadas por los políticos, muy común por estos días. “Apoyaste al dictador, bienvenida la elección...¡un día sos oficial y otro día opositor!” – grita Pil-. Más claro que el agua, aunque depende de donde la tomemos.
Para finalizar, "Una historia, dos ciudades" ¡no podía faltar la balada! Por cierto, “a lo violador”. Pil debe ser uno de los mejores compositores que siguen dando la batalla. A pesar de que es una canción melancólica, y que podría ser considerada como una “mariconada” por parte de la escena más dura, Pil consigue el equilibrio en la composición, generando una historia atractiva, en donde describe a las ciudades que han sido su patria durante su vida: Lima y Buenos Aires. Buen final.
¡Pero no podía faltar el bonus track! Ese pilluelo escondido que suele omitirse dentro de los créditos del disco. Es una canción popular irlandesa, titulada "Nancy Whisky". No estoy seguro, pero creo que canta gente de los Toten.
Para concluir, quiero señalar lo magnifico del regreso de una banda de la talla de los Violadores. El mérito de estos dinosaurios del punk-rock es que a pesar de todo el trayecto que han recorrido – más de 25 años- , de los cambios de integrantes, de la incapacidad de lograr una popularidad que se tienen más que merecidos –por sobre de bandas oportunistas que no mencionaré- siguen corriendo el riesgo de reinventarse, y de sobre todo, seguir realizando nuevas canciones.
Es cierto que la banda visitó dos veces Chile el año pasado –situación que no ocurría hace más de 10 años- pero no sería ninguna molestia tenerlos de vuelta por estos lados. Porque a estas alturas, lo que genera Violadores, esa mística, ese punkrock que nace desde los huesos, no es una moda pasajera generada por un contexto de pubertad u rebeldía momentánea. A estas alturas, Violadores es un sentimiento. ¡Grande Violadores!