Si me dices que no conoces a Bad Religion es difícil que te crea. La popularidad de la banda ha superado, incluso, los límites naturales y de cierta forma lógicos que debería tener una banda punk de estas características –me refiero al mundo del skate y de las olas californianas, que acá serían un especie de mundillo ABC1 pero durante el verano-.
No, Bad Religion supera la caricatura de su propio estereotipo, que no está dispuesto a asumir. Quizás, a diferencias de otras bandas similares en sonido –que no mencionaré para no herir frágiles corazones- lo que hace siempre vigente a la banda y que –por cierto- me motiva a escribir un artículo sobre ellos y a ti a leerlo es, sin duda, la originalidad y lo inteligente de sus letras. El nuevo disco, New Maps of Hell –Nuevos Mapas del Infierno- es una prueba tangible de aquello.
Con una duración de 38 minutos, Bad Religion regresa con una dosis de lo que siempre nos ha tenido acostumbrados: canciones de no más de dos minutos y medio –incluso más cortas que las ramonianas- y mucha crítica social, dirigida, sobre todo, al gobierno neo-conservador estadounidense, uno de los más siniestros y perjudiciales que ha existido en ese país. Cabe señalar que esta preocupación por la política, la lógica del poder que conlleva y por sobre todo, la angustia y destrucción humana que acarrea consigo no es una moda pasajera que inventaron hace un par de años –actitud que si tomaron muchas bandas rockeras oportunistas-. Lo de Bad Religion sale del corazón y su propia discografía lo confirma.
El disco parte con 52 Seconds, una especie de introducción acelerada y digilatizada. Continúa con la conocida –la tocaron en Chile en abril pasado- y poderosa Heroes and Martyns. ¿Cuál es el sentido de los héroes y los mártires? - se pregunta Graffin en medio de los riffs acelerados de Mr Brett. La letra, que no requiere de mayores interpretaciones, se refiere explícitamente a la situación de Irak, país invadido y ocupado por más de cuatro años. El problema es que esos invasores, esos que cargan las balas y que legitiman un orden tiránico y pseudo-imperialista, son jóvenes de suburbios americanos –como lo demostró Michael Moore en Fahrenhei 9/11- que en muchas ocasiones son engañados y –prácticamente- obligados a ir a pelear a una guerra sin sentido y bajo el manto de un patriotismo bastante dudoso.
Después viene Germs of Perfection, que debe ser una de las canciones más potentes del disco en términos musicales. Rápida, agresiva y con los clásicos coros badreligianos –esos en donde (en este caso) Hetson y Baker gritan “ahhhhh”). La letra hace una clara alusión hacia el camino que está entendiendo la humanidad –claramente se refiere a la occidental- en búsqueda de su tan ansiado progreso. Guerras, actas patrióticas –idea orwelliana de la administración Bush para controlar a los posibles “terroristas”- y con un mundo cada vez más inseguro e irracional, propiciado por políticas de estos simpáticos estadounidenses, que la mayoría de los país respeta, aunque te duela.
Posteriormente aparece New Dark Ages. La metáfora es precisa: la vuelta a la Edad Media, que veían imposibles los confiados ilustrados del siglo XVII parece haber vuelto en todo su esplendor. Ya no dominado por el miedo católico ante el pensamiento libre de la propia gente que dicen defender, sino por políticos que confabulados por un modelo económico especulativo y sin control –en donde Nike y sus amigos viven de maravilla- controlan los hilos de tu vida y de la mía. Mientras se consuma, todo bien.
La cuarta canción es Réquiem For Dissent, un canto fúnebre sobre la oposición estadounidense a la Guerra de Iraq –que no es poca, lo que ocurre es que es silenciada sistemáticamente por los medios- que en la actualidad no tiene ninguna posibilidad de convertirse en una amenaza contundente al gobierno de los neo-conservadores.
Después le toca a Before You Die, en donde las revoluciones –de sonido ojo- retroceden un poco, incluso dejando espacio para que el bajo pierda su monotonía durante algunos pasajes, construyendo una de las mejores canciones del disco. Con las recurrentes preguntas existenciales de Graffin, pero matizadas con una de las canciones más trabajadas del disco.
La séptima es Honest Goodbye, canción que fue estrenada en forma de primicia antes del lanzamiento del disco en el myspace de Bad Religion. El tema trata sobre la historia de Perry Smith, asesino de la familia Clutter en la ciudad de Holcomb –en EEUU- que inspiró la famosa novela de Truman Capote A Sangre Fría. Pese a lo prometedor de su trasfondo, la música no logra convencer del todo, debido al excesivo intento de querer generar un clima de melancolía que no logra producirse.
Después vienen canciones como Dearly Beloved o Grains of Wrath –granos del cólera-. En esta última, Graffin regresa a su clásica crítica a la humanidad, en donde explicita, sin mayores problemas, que no quiere seguir viviendo en un lugar así.
Después viene Murder, una de las canciones más cortas del disco –un poco más de un minuto- en donde la temática gira en torno a un asesinato que no detallaré (y que claramente no entendí bien por eso no lo explico).
La onceava canción es Scrutiny, otra de las ácidas criticas a la política, pero esta vez no sólo a la estadounidense, sino a uno de los pilares de las democracias occidentales que los buenos dicen promover en contra de los malos que no la han podido entender. Bonita canción.
Siempre dicen que las interpretaciones de las letras –o de las poesías- son libres, pero en Prodigal Son- tiendo a pensar que la crítica va dirigida más a George W. Bush que a una angustia existencia de Graffin con la relación que tuvo con su padre. La música y los coros producen una de las mejores canciones del disco, junto a Before You Die.
En The Grand Delusion vuelven las preguntas existenciales de Graffin y esa angustia que con más de cuarenta años todavía no ha sido capaz de controlar. La típica fórmula de Bad Religion se apodera de la canción, con ritmos acelerados pero con más de algún quiebre en la estructura. Exacto, alejándose de la fórmula de los tres acordes, que a estas alturas dentro del punk parece ser uno de los tantos mitos que se apoderan del imaginario colectivo.
Ahora es el turno del peregrino perdido –Lost Pilgrim-. Acá se manifiesta otra de las preocupaciones que siempre ha trastornado al espíritu de la banda: el sentido de la metafísica y lo necesaria de esta en la humanidad. Bonita canción, porque. Como siempre, Bad Religion no limita su crítica a lo mala de la religión dentro de sus acciones sino que ataca y resquebraja sus principios.
La penúltima canción es Submission Complete, en donde se reitera la crítica al gobierno americano y su papel en Iraq.
Para finalizar está Fields of Mars, canción que parte con un simpático piano, en donde se plantea –con una visión bastante pesimista, la necesaria posibilidad de emigrar a otro planeta, perdiendo toda la esperanza de encontrar una solución dentro de este. Allá podremos caminar, reír y jugar, acá, aunque la televisión y más de alguna canción optimista –hasta un político de moda te lo puede sugerir- no existen muchas opciones.
Un buen regreso para la banda de los Ángeles. El regreso de Mr Brett se siente en el sonido revitalizado de la banda, que junto a las letras de Graffin, cada día más trabajadas y con esa necesaria cuota de inteligencia, traen de vuelta a una de las bandas punk (o hardcore melódico, como quieran) más importantes de la escena americana de los ochenta, que digámoslo, a pesar de los puristas y de los que se abanderan con grupos desconocidos en búsqueda de un cierto prestigio, es uno de los grupos más frescos y necesarios que van quedando.
Prometieron visita para Chile el próximo año, veamos si se cumple. Mientras tanto, New Maps of Hell no deja de ser un gran consuelo.
No, Bad Religion supera la caricatura de su propio estereotipo, que no está dispuesto a asumir. Quizás, a diferencias de otras bandas similares en sonido –que no mencionaré para no herir frágiles corazones- lo que hace siempre vigente a la banda y que –por cierto- me motiva a escribir un artículo sobre ellos y a ti a leerlo es, sin duda, la originalidad y lo inteligente de sus letras. El nuevo disco, New Maps of Hell –Nuevos Mapas del Infierno- es una prueba tangible de aquello.
Con una duración de 38 minutos, Bad Religion regresa con una dosis de lo que siempre nos ha tenido acostumbrados: canciones de no más de dos minutos y medio –incluso más cortas que las ramonianas- y mucha crítica social, dirigida, sobre todo, al gobierno neo-conservador estadounidense, uno de los más siniestros y perjudiciales que ha existido en ese país. Cabe señalar que esta preocupación por la política, la lógica del poder que conlleva y por sobre todo, la angustia y destrucción humana que acarrea consigo no es una moda pasajera que inventaron hace un par de años –actitud que si tomaron muchas bandas rockeras oportunistas-. Lo de Bad Religion sale del corazón y su propia discografía lo confirma.
El disco parte con 52 Seconds, una especie de introducción acelerada y digilatizada. Continúa con la conocida –la tocaron en Chile en abril pasado- y poderosa Heroes and Martyns. ¿Cuál es el sentido de los héroes y los mártires? - se pregunta Graffin en medio de los riffs acelerados de Mr Brett. La letra, que no requiere de mayores interpretaciones, se refiere explícitamente a la situación de Irak, país invadido y ocupado por más de cuatro años. El problema es que esos invasores, esos que cargan las balas y que legitiman un orden tiránico y pseudo-imperialista, son jóvenes de suburbios americanos –como lo demostró Michael Moore en Fahrenhei 9/11- que en muchas ocasiones son engañados y –prácticamente- obligados a ir a pelear a una guerra sin sentido y bajo el manto de un patriotismo bastante dudoso.
Después viene Germs of Perfection, que debe ser una de las canciones más potentes del disco en términos musicales. Rápida, agresiva y con los clásicos coros badreligianos –esos en donde (en este caso) Hetson y Baker gritan “ahhhhh”). La letra hace una clara alusión hacia el camino que está entendiendo la humanidad –claramente se refiere a la occidental- en búsqueda de su tan ansiado progreso. Guerras, actas patrióticas –idea orwelliana de la administración Bush para controlar a los posibles “terroristas”- y con un mundo cada vez más inseguro e irracional, propiciado por políticas de estos simpáticos estadounidenses, que la mayoría de los país respeta, aunque te duela.
Posteriormente aparece New Dark Ages. La metáfora es precisa: la vuelta a la Edad Media, que veían imposibles los confiados ilustrados del siglo XVII parece haber vuelto en todo su esplendor. Ya no dominado por el miedo católico ante el pensamiento libre de la propia gente que dicen defender, sino por políticos que confabulados por un modelo económico especulativo y sin control –en donde Nike y sus amigos viven de maravilla- controlan los hilos de tu vida y de la mía. Mientras se consuma, todo bien.
La cuarta canción es Réquiem For Dissent, un canto fúnebre sobre la oposición estadounidense a la Guerra de Iraq –que no es poca, lo que ocurre es que es silenciada sistemáticamente por los medios- que en la actualidad no tiene ninguna posibilidad de convertirse en una amenaza contundente al gobierno de los neo-conservadores.
Después le toca a Before You Die, en donde las revoluciones –de sonido ojo- retroceden un poco, incluso dejando espacio para que el bajo pierda su monotonía durante algunos pasajes, construyendo una de las mejores canciones del disco. Con las recurrentes preguntas existenciales de Graffin, pero matizadas con una de las canciones más trabajadas del disco.
La séptima es Honest Goodbye, canción que fue estrenada en forma de primicia antes del lanzamiento del disco en el myspace de Bad Religion. El tema trata sobre la historia de Perry Smith, asesino de la familia Clutter en la ciudad de Holcomb –en EEUU- que inspiró la famosa novela de Truman Capote A Sangre Fría. Pese a lo prometedor de su trasfondo, la música no logra convencer del todo, debido al excesivo intento de querer generar un clima de melancolía que no logra producirse.
Después vienen canciones como Dearly Beloved o Grains of Wrath –granos del cólera-. En esta última, Graffin regresa a su clásica crítica a la humanidad, en donde explicita, sin mayores problemas, que no quiere seguir viviendo en un lugar así.
Después viene Murder, una de las canciones más cortas del disco –un poco más de un minuto- en donde la temática gira en torno a un asesinato que no detallaré (y que claramente no entendí bien por eso no lo explico).
La onceava canción es Scrutiny, otra de las ácidas criticas a la política, pero esta vez no sólo a la estadounidense, sino a uno de los pilares de las democracias occidentales que los buenos dicen promover en contra de los malos que no la han podido entender. Bonita canción.
Siempre dicen que las interpretaciones de las letras –o de las poesías- son libres, pero en Prodigal Son- tiendo a pensar que la crítica va dirigida más a George W. Bush que a una angustia existencia de Graffin con la relación que tuvo con su padre. La música y los coros producen una de las mejores canciones del disco, junto a Before You Die.
En The Grand Delusion vuelven las preguntas existenciales de Graffin y esa angustia que con más de cuarenta años todavía no ha sido capaz de controlar. La típica fórmula de Bad Religion se apodera de la canción, con ritmos acelerados pero con más de algún quiebre en la estructura. Exacto, alejándose de la fórmula de los tres acordes, que a estas alturas dentro del punk parece ser uno de los tantos mitos que se apoderan del imaginario colectivo.
Ahora es el turno del peregrino perdido –Lost Pilgrim-. Acá se manifiesta otra de las preocupaciones que siempre ha trastornado al espíritu de la banda: el sentido de la metafísica y lo necesaria de esta en la humanidad. Bonita canción, porque. Como siempre, Bad Religion no limita su crítica a lo mala de la religión dentro de sus acciones sino que ataca y resquebraja sus principios.
La penúltima canción es Submission Complete, en donde se reitera la crítica al gobierno americano y su papel en Iraq.
Para finalizar está Fields of Mars, canción que parte con un simpático piano, en donde se plantea –con una visión bastante pesimista, la necesaria posibilidad de emigrar a otro planeta, perdiendo toda la esperanza de encontrar una solución dentro de este. Allá podremos caminar, reír y jugar, acá, aunque la televisión y más de alguna canción optimista –hasta un político de moda te lo puede sugerir- no existen muchas opciones.
Un buen regreso para la banda de los Ángeles. El regreso de Mr Brett se siente en el sonido revitalizado de la banda, que junto a las letras de Graffin, cada día más trabajadas y con esa necesaria cuota de inteligencia, traen de vuelta a una de las bandas punk (o hardcore melódico, como quieran) más importantes de la escena americana de los ochenta, que digámoslo, a pesar de los puristas y de los que se abanderan con grupos desconocidos en búsqueda de un cierto prestigio, es uno de los grupos más frescos y necesarios que van quedando.
Prometieron visita para Chile el próximo año, veamos si se cumple. Mientras tanto, New Maps of Hell no deja de ser un gran consuelo.