Corría el año 1988 y en las calles de Vitoria se hacían oir los primeros acordes de unos vascos que mezclaban el hardcore, el punk y el trash, plasmado con gran inteligencia en un álbum "Homónimo" y en un posterior "Intoxicación Etílika", disco que anticipó una fórmula rotunda. Con una voz privilegiada, una batería que hizo escuela y un logo que acaparaba las primeras miradas de la prensa underground española.
Sus posteriores trabajos cobran grandeza y dejan al descubierto el talento que poco y nada tiene que ver con estructuras musicales definidas, con una postura política que critica con dureza las fallas del sistema y una evolución hacia un sonido más duro.
Su última placa, "Mala Sangre", poco a poco ya se ha ganado un sitial en el omniciente de los más fanáticos, gracias a su inapelable calidad, un riguroso trabajo junto a Tue Madsen -S.O.I.A Heaven Shall Burn- y una importante distribución, al ser lanzando de la mano de Roadrunner Records (España). Por tercera vez "la mala sangre" se extendía haciendo escuela por Santiago de Chile y Nihilismo Innecesario estuvo presente.
20.30 de la noche y Monjas Con Atraso (MCA) pisaba el escenario. Los oriundos de La Florida ya saben de esto. Con la consistencia que ha caracterizado su carrera y su paso por escenarios de esta envergadura, supieron calmar a un público con inteligencia, apelando a su calidad musical y a la empatía -si bien la mayoría ibamos a ver a Soziedad Alkoholika-. Pero, no sólo eso. Supieron encender un panorama que en un comienzo y para la banda, se veía difícil, ya que tras cada canción intepretada por el quinteto, un eco hacía retumbar el Club Cadillac, con el clásico grito que ya se arrastra de la época del "Zuzen en directo", o antes tal vez: "S.A, S.A, S.A...".
Pero para bien de la música local, el profesionalismo de esta agrupación quedó demostrado. A diferencia de sus placas anteriores, más cercanas al punk rock, hoy con más matices que se enfocan a punk y metal, M.C.A logra que cada uno de sus integrantes, en su línea, aporte solidez y calidad, un conjunto que funciona y bien, música lograda que hace de ellos una propuesta de acción y reacción en escena.
"¡Apaga la TV!" gritaba Rigo Moreno, emblema de la banda, con su atuendo de monja y performance quien no duda un solo segundo en jugar con ello y con su música en inusuales letras y tonos. Si a toda la gracia de un frontman le sumamos una línea de cuerdas que derriten todo cuanto se ponga en frente, tenemos como resultado que el resto del set fue demoledor y contundente a mi parecer.
Las influencias están claras y se plasman con toda la gracia en canciones como "Malditos en el poder", "Basura", "Triste Final" , hasta que llegamos a un clásico del "Calmantes" (2005) "C4" y los pogos pasaron de una tímida rueda a un "slam" clásico, disfrutado por toda la concurrencia. Al parecer, las grietas sociales nos han hermanado con el viejo continente, porque tanto aquí como allá los tópicos a la hora de denunciar las injusticias son los mismos. Gran presentación.
Pasada las 21.00 ya se asomaba la batería de Roberto con su doble bombo y una introducción que otorgaba toda la expectación a las más de 400 personas asistentes. "Glock 19" de su último trabajo "Mala Sangre" sería el que despertaría la maquinaria y el nexo que sólo Soziedad Alkoholika mantiene con sus fanáticos.
"Buenas noches, vamos a pasarla bien, eh", saludaba a los asistentes Juan y sin dar respiro se oían los acordes de "Polvo en los ojos" y el club nuevamente de bote en bote, pese a que la canción terminaba con un corte de sonido, esto poco y nada importo a los asistentes -verdaderos seguidores a estas alturas-, que la agrupación sin lugar a dudas ha encontrado en este lado del charco.
Sin respiro pasaron "Por el odio" y "Política del miedo", apoyadas en los pogos y saltos de cuanto asistente estuviera presente, supliendo la increíble versión que hicieron junto a Violadores del Verso.
Posteriormente, interpretaron "Palomas y Buitres", una impronta de grandeza y justicia donde la paz se ve amenazada por los buitres del poder. Un Club Cadilac que hacía rememorar los mejores pasajes del "Zuzen", álbum en directo de los oriundos de Vitoria.
Era momento de volar. "Ratas" era la elegida y Juan nuevamente hacía una pausa para disparar: "Vamos a poner a volar ratas. Una en una: ¡Me cago en la ostia!", canción que ya es un clásico de la banda y terminaba con el multitudinario coro al eco de "On Egin" - buen provecho- para rematar con el club coreando: "Paraíso Rosa, On Egin".
Esta segunda parte, de seguro fue una de las más disfrutadas, en donde se alcanzó un punto más álgido. Sin duda, dedicada a toda la gente que ha tenido como banda sonora a esta agrupación -y ojo que somos muchos, aunque por tiempo, dinero o espacio no hayan llegado todos-.
Aparecían por los parlantes "Peces Mutantes" y "No kiero participar", con la gente que en medio de la canción respondía a viva voz el "siempre estamos en Dios cagándonos", logrando el nexo que muchos quisieran con parte de sus seguidores.
Mientras se oía un "liberar liberar, a los presos por luchar", una vez más el cambio de planes en el repertorio haría que esbozaran los acordes de "En el tejao" . "Vamos a echar una para todos los presos", donde la agrupación encarna la realidad de un motín carcelario en el que todos han subido al tejado.
Para así continuar con "Los buenos momentos", "Sueños rotos" y "Cuando nada vale nada", otro álgido punto en la jornada. Hasta llegar a dos clásicos antes del bis: "S.H.A.K.T.A.L.E", descargando toda la rabia para seguir con el particular sonido de Juan y su armónica interpretando "Cienzia Asesina", que aborda la experimentación que sufren día a día animales a manos de la ciencia.
Tras el bis, llegábamos a una de las canciones más esperadas por mí esa noche. "De puta madre, estamos bien contentos de estar aquí otra vez, ya había ganas", aclaraba y sentenciaba la oración con "vamos a echar una canción contra el racismo, contra los nazis, Santiago antifascista" y la euforia colectiva se desataba una vez más con "Ariel Ultra", un clásico himno antifascista, para que acto seguido Juan encarnara un Toro en "Motxalo", arrasando con todo lo que se pusiera en frente y no sólo él, sino que parte del público también lo hacía.
Tras un set un poco más corto, pero que supo matizar grandes canciones de todos sus discos, llegaba el fin de la jornada. "Agur Santiago, hasta otra: ¡Nos vimos!". La concurrencia ya sabía que se trataba nada menos que del clásico "Nos vimos en Berlín", para rematar con un amplio coro que decía "judío cabrón". Recordar que este fue uno de los temas mas polémicos de la agrupación y más tergiversado por el AVT acusándolos de antisemitismo.
Más allá de las etiquetas que puedan adjetivar a un grupo como Soziedad Alkoholika, esta noche quedó demostrado el por qué cuenta con seguidores tan cercanos. La fuerza y convicción en cada canción, sumado al positivo recibimiento por parte de los admiradores hacen que una historia, que hace años era casi imposible que se repitiera por tercera vez en Santiago de Chile, se transforme, por instantes, en un verdadero rito digno de ser admirado. No es la mejor, dirán algunos, pero para mí la noche no estuvo nada mal. Por tanto, el remate hoy carece de cualquier tipo de importancia: fue simplemente espectacular.
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Fotografías: Sergio Sandoval
Texto: Sergio Sandoval