8/31/2005

¿Pascua-Lama?


Flores de plástico


(Por Simón Ramone)

No me canso de pensar de que en esta vida pasan cosas extrañas.



(Este texto fue modificado por el mismo innecesario que lo escribió originalmente, ¿el motivo? Cometer un serio error conceptual. Usando la palabra Greenpeace en forma irresponsable terminé ofendiendo a gente que no se lo merece. Lo que intentaba mostrar era esa ineptitud política de ecologistas retrógradas, no de Greenpeace. Yo vi con estos ojos a muchachas recolectando firmas por detener esta atrocidad llamada Pascua-Lama. Ellas no se merecen un ataque tan paranoico. En fin)


No extrañas como que una monja practique (ustedes saben) en contextos inesperados, sino cosas más extrañas todavía, esas que nunca pensaste que pasarían. Porque admitámoslo, lo de la monja si lo pensaste.

Pero siempre hay que darle un contexto a cada relato, no tengo idea por qué, algunos pseudos intelectuales dicen que le da coherencia al texto, así que sigamos sus sabias enseñanzas. Era un día como cualquiera, cosa que es falsa, ya que era pleno invierno y de nuevo sale el sol de una forma brutal y sí, brutal (nuevamente). Me encontraba con una amiga en plena Alameda, ¿el motivo? Marchar por el término inmediato del proyecto Pascua Lama. Uy proyecto, que bonito. No, es una de las usurpaciones territoriales más macabras que han realizado estos tecnócratas de derecha. Barrick Gold, empresa responsable de innumerables masacres alrededor del mundo y contando dentro de su directorio a gente tan espeluznante como George Bush (Padre, es básicamente lo mismo, pero más viejo) es la encargada de robar oro y destruir a largo plazo todo el eco-sistema del Valle del Huasco. Pero ustedes saben, la fórmula = plata + “lavo mi imagen en televisión con avisos pagados”, siempre da buenos resultados. No se que tiene que ver esto, a lo que voy es que Barrick ha pasado piola. Todos (o casi todos, por lo menos los que se dicen humanos) critican lo brutal del proyecto, pero concretamente no se puede hacer mucho, porque detenerlo a estas alturas, lo siento (si alguien quiere llorar es el momento de hacerlo) es imposible. La indemnización del Estado destruiría los fondos nacionales, porque sí, estos pelotudos saben de leyes. Pero bueno, volvamos a la marcha. Esta caminata estaba patentada por distintas organizaciones sociales. Pasando de extremos tan curiosos como humanistas del Podemos hasta anarquistas que no son del Podemos. Pero ese extremo no me interesa, también estaban los ecologistas preocupantes. Estos militantes verdes no dejan de ser curiosos, por lo menos demuestran una actitud más que curiosa.

Tengo varias teorías al respecto:

Teoría uno: Los ecologistas preocupantes no van mucho a marchas y a las que asisten, deben ser especies de sublimaciones espirituales más un pedazo de arroz metido en todo esto. Lo del arroz es para que suene más estúpido.

Teoría dos: Los ecologistas preocupantes son militantes demasiado ingenuos, que no pueden integrarse a este mundo porque todos hemos sido corrompidos por las garras del mal. “Dejad que lo niños vengan a mí”.

Teoría tres: Los ecologistas preocupantes son militantes burocráticos que sólo buscan conseguir dinero para fines económicos de dudosa legitimidad. No tienen ningún peso real dentro de sus demandas, solamente quedándose dentro de lo simbólico y lo digámoslo, patético.

Dejando de lado estas suposiciones (hay una real, confío en tu instinto malvado), Los ecologistas preocupantes comandaban esta marcha y sus actitudes me impactaban. Porque claro, si yo voy a una marcha, seamos realistas, o visualízate en una de ellas. ¿Lo estás haciendo? Exacto, estás gritando, mueves el puño izquierdo con firmeza, le tiras sin miedo un par de sinceros comentarios a tus amigos pacos. En fin, hay una serie de actitudes que ojo, no digo que sean predecibles, pero sí... naturales. No te veo recitando cánticos de un cancionero con temas como “Angelini está en el bosque”, bueno a ellos sí. No te veo usando un megáfono sólo para que un par de automovilistas se rían de ti. Es raro. Todavía no entiendo la función política de estos ecologistas preocupantes. Bueno da lo mismo, esa es otra historia.

Dato interesante. La marcha estaba autorizada, cosa que habla bien el gobierno ya que al fin da espa...No, mentira. La marcha fue una burla, eso no se llama marcha. Se llama “engaño descarado de consuelo ciudadano”. Jamás una marcha que circula por pasajes clandestinos va a poder llamarse marcha. ¿Cuál es la excusa? “No, es que estos delincuentes me destruyen el centro”. Puede ser, pero lo siento, se lo merecen. Y eso, yo seguía marchando haciendo una especie de zigzag, que claro, me permitía mover mis caderas, pero no, la marcha de agitación social, o digámoslo más moderado, de concientización ciudadana, tenía nada.

Ya finalizando la "marcha", pasó ya la situación más enferma que alguien se puede imaginar, porque uno puede que entienda casi cada una de las estupideces de esta modernidad asquerosa, pero esto no. Mientras caminábamos hacia el parque Bustamante, alguien me empieza a gritar: “¡¡No pisen el pasto, estamos en una marcha por el medio ambiente, ellos tienen vida!!” (todo esto agitando las manos). ¿Qué se puede hacer en esos momentos de claridad mental absoluta? Dos opciones:

1.Enojarse
2.Reírse sin asco hasta que alguien te termine pegando

Opté por enojarme. Encontré que esto ya era el colmo de la falta de claridad política. Si alguien me dice que el pasto tiene vida, y que por favor no lo pisen, ¿qué debo pensar? “No, si está bien, hay que ser tolerantes, mientras más seamos, mejor”. No, porque siguiendo esa actitud con cero espíritu crítico, ¿con que nos encontraremos después? ¿Con unos chamanes ecologistas que disfrutan de matar cabras (animales) con las uñas?

Terminé pisando el pasto. No porque sea un ser lleno de maldad y me guste oprimir al esclavizado elemento verde, sino porque es pasto. Claro, si lo destruyo y empiezo a quemarlo porque me limita el progreso, yo mismo secundaría que se me prendiera vivo aprovechando lo que queda de bencina. Pero eso no va a pasar. Y todo sigue siendo muy raro, mientras unos tipos se preocupan porque el pasto todavía no puede liberarse el mundo sigue cayéndose a pedazos. A estas alturas no me da pena, me produce una risa nerviosa. Porque admitámoslo, no tenemos más de 60 años para salvar este mundo, pero con gente que limita su acción política a estupideces simbólicas sin sentido, el tiempo se reduce a menos de la mitad.

Los años que usé son una mala metáfora, pero algo sigue siendo claro, si todo el grupo político pudiera reducirse a 2, francamente esa mitad no nos haría falta. A mí por lo menos no.

blog comments powered by Disqus