Nunca había visto a Noam Chomsky enojado. Ese debe ser uno de los momentos más memorables del documental Rebel without a Pause del director Will Pascoe.
Dentro de una de las centenares de conferencias que tiene el profesor del MIT con un grupo de universitarios, una joven comienza a increparlo duramente, señalando que sus propuestas para construir una sociedad diferente a la actual, en donde - a juicio de la joven- los intelectuales son los que más contribuyen a la legitimación del modelo, imponiendo una especie de colonialismo cultural, en donde "él", un intelectual que lee mucho y domina una serie de metodologías y razonamientos para entender la realidad socio-política, vendría a imponer "su" visión y respuestas ante la crisis del sistema.
Quizás no decía eso textualmente, pero esa es la idea central de la ofuscada joven, que tiene el mérito de no llenar de elogios "al intelectual vivo más importante" y derechamente: incomodarlo.
Chomsky enojado le contesta que él jamás ha querido ni quiere imponer sus vivencias, conocimientos e inquietudes al resto de la sociedad. Por ejemplo, señala Chomsky, "yo no tengo idea del trabajo sindical de un estibador, si quisiera saber en detalle sus labores tendría que dejar de lado todo lo que he aprendido durante décadas, y esa no es mi propuesta".
Lo que dice Chomsky, ahora sí un poco más calmado, es que cada persona, de acuerdo a su experiencia, tiene la obligación de socializar sus conocimientos desde la posición que le tocó vivir. Si se toman o no ahí depende sólo del receptor que recibe las sugerencias.
Lo divertido es que se acuse a Chomsky de imponer sus ideas, cuando sus planteamientos y cuestionamientos a la Guerra en Irak, al ataque a las Torres Gemelas, a las invasiones norteamericanas en Indochina, han sido silenciadas de forma reiterada, teniendo un nulo espacio en los medios de comunicación tradicionales.
El propio Chomsky se ríe del mito de la prensa libre de EE.UU, que manifiesta su libertad de cadenas dándole 5 minutos en televisiones "liberales" para exponer algunas de sus ideas -por cierto si pasa por las siniestras garras de los editores-.
Hay muchos intelectuales que deberían ser acusados de paternalismo y colonialismo cultural, no Chomsky. Y acá en Chile también. Por ahora se me vienen a la cabeza todos estos think tank que monopolizan y dirigen el debate público. Esos sí que son peligrosos.
Quizás no decía eso textualmente, pero esa es la idea central de la ofuscada joven, que tiene el mérito de no llenar de elogios "al intelectual vivo más importante" y derechamente: incomodarlo.
Chomsky enojado le contesta que él jamás ha querido ni quiere imponer sus vivencias, conocimientos e inquietudes al resto de la sociedad. Por ejemplo, señala Chomsky, "yo no tengo idea del trabajo sindical de un estibador, si quisiera saber en detalle sus labores tendría que dejar de lado todo lo que he aprendido durante décadas, y esa no es mi propuesta".
Lo que dice Chomsky, ahora sí un poco más calmado, es que cada persona, de acuerdo a su experiencia, tiene la obligación de socializar sus conocimientos desde la posición que le tocó vivir. Si se toman o no ahí depende sólo del receptor que recibe las sugerencias.
Lo divertido es que se acuse a Chomsky de imponer sus ideas, cuando sus planteamientos y cuestionamientos a la Guerra en Irak, al ataque a las Torres Gemelas, a las invasiones norteamericanas en Indochina, han sido silenciadas de forma reiterada, teniendo un nulo espacio en los medios de comunicación tradicionales.
El propio Chomsky se ríe del mito de la prensa libre de EE.UU, que manifiesta su libertad de cadenas dándole 5 minutos en televisiones "liberales" para exponer algunas de sus ideas -por cierto si pasa por las siniestras garras de los editores-.
Hay muchos intelectuales que deberían ser acusados de paternalismo y colonialismo cultural, no Chomsky. Y acá en Chile también. Por ahora se me vienen a la cabeza todos estos think tank que monopolizan y dirigen el debate público. Esos sí que son peligrosos.