9/10/2008

RANCID: Y AFUERA VIENEN LOS LOBOS

Review del tercer disco de Rancid de 1994: "....And Out Come The Wolves". Exacto, ese en donde sale Tim en la portada -tributando a un emblema de la escena hardcore ochentera- y que cuenta con por lo menos 3 de las mejores canciones que jamás ha hecho el cuarteto de California.

Debe ser uno de los mejores discos que he tenido el privilegio de escuchar. Llegó a mis oídos mediante un extinto programa p2p llamado Audiogalaxy -sucesor del asesinado Napster-, que permitía bajar una a una las canciones de los LP, previo conocimiento del tracklist, por cierto –en algunos momentos mi desesperación por saber determinados nombres u orden de canciones me llevó a ir directamente a disquerías y anotar con un desgastado plumón rojo los nombres de las canciones-.

Pese a lo práctico del nuevo sistema, el procedimiento era lento,y por momentos, tedioso. Exacto, la velocidad de conexión de ese tiempo era un décimo de la actualidad.

Pero valía la pena. También imprimí la portada, creo que de una página llamada allcovers.com o algo así.

El disco es demoledor. La primera vez que lo escuché fue a mediados del 2001. No se por qué me gustaba tanto escucharlo, si nunca entendí –en ese momento- las letras, ni el mensaje. Ni siquiera tenía claridad sobre qué significaban los sutiles detalles de la portada, en donde Tim ocultaba su rostro planificadamente.

Años pasarían hasta que me diera cuenta de que era un honesto tributo a la banda más reconocida de Ian MacKaye: Minor Threat. Tampoco tenía idea de otros detalles, como la telaraña en el brazo de Tim. Incluso el nombre del disco para mí era insignificante: ni siquiera lo podía pronunciar. También pasarían años para que me diera cuenta de que era la frase del célebre libro de Jim Carroll, The Basketball Diaries -exacto, el mismo nombre de la película sobre la vida del escritor realizada por el pelotudo de Leonardo Di Caprio-

Lo que me gusta del disco es la alegría, el ska sutilmente acelerado, la voz carrasposa de Tim, el bajo siempre a tiempo de Matt, sus solos impresionantes, que claro, no son la genialidad hecha humanidad, pero admitámoslo, el virtuosismo nunca ha sido un elemento esencial dentro del punk. Ni siquiera es importante.

En cambio, Rancid acá introduce teclados –como en Time Bomb-, también presenta canciones increíbles como Olympia Wa, de esas en donde Tim rememora sus años de juventud con su eterno amigo Lars, que cita en varias canciones de la discografía del grupo.

Este disco tiene vitalidad energía, corazón y palpitantes dosis de alegría, temas un poco olvidadas por las bandas ochenteras americanas que todavía ostentaban algo de popularidad por esos años, como TSOL o DI.

A diferencia de trabajos posteriores, como el criticado Indestructible, en donde Tim estaba muy inestable emocionalmente, este disco destella punk-rock en su esencia, rescatando lo mejor de los primeros discos de Ramones, de Jimmy Cliff Y de Desmond Dekker, condensados con éxito en Operation Ivy y resucitados con pulcritud y originalidad en esta placa.

Journey to the End of the East Bay, es otra de las canciones increíbles del disco. Matt hace un solo de 20 segundos que pese a su aparente simpleza, es de una originalidad y tecnicismo envidiables para un bajista 100% punk-rocker.

Siempre he pensado que sin Matt Rancid no existiría, no hay otro bajista en la actualidad del género que se preocupe tanto de una base pulcra, limpia y fiel al espíritu que intentó plasmar Lars y Tim a través de las letras. Quizás antes sí existió otro, el inigualable Paul Simonon con los extintos Clash, que tiene el mérito de ser el primero que eliminó lo plano del bajo y decidió introducir bonitas escalas en varios de los éxitos clasheros.

También hay otras joyitas, como Old Friend, que insisto, en los momentos que me volaron la cabeza, no tenía idea del contenido de la letra. Lo que me gustaba era la guitarra ska arriba y abajo, las bases certeras de Matt, que inevitablemente que produce una sonrisa al escucharla. “Puedes quitarme el dinero, el alma: pero no el corazón” - señala Tim en una de las últimas estrofas de la canción-. Maravilloso.

En conclusión, es un disco notable, que creo que Rancid todavía no ha podido igualar y que dudo que lo pueda volver a repetir. Acá hay mucha inocencia, rabia poco fundamentada -pero muy auténtica- contra el sistema, la ciudad, las personas, los prejuicios.

Lo lamentable es que esa fórmula, con el tiempo se ha profesionalizado –sobre todo a nivel de composición- en exceso, quitándole esa magia de autenticidad y de inocencia de los primeros trabajos.

Tampoco hay que engañarse. Este disco fue uno de los más vendidos de su trayectoria e incluso se los llegó a comparar con Green Day –específicamente con el Dookie-, por su alto nivel de ventas en EE..UU –acá en Chile ni siquiera existían en 1994-.

Pero es Rancid en esencia, mucho más flacos, desprolijos, inquietos musical y artísticamente –ojo con la colaboración de Jim Carrol en Junkie Men- que en todos sus trabajos que los sobrevinieron.

Habrá que ver que pasa con el dilatado sucesor de Indestructible, que se viene prometiendo desde enero pasado –con la producción de Mr Brett de Bad Religion- y que por lo menos en el discurso. asegura la misma energía de los primeros trabajos. De esos que tanto nos gustan, de esos que todavía continúan destruyéndonos pedazos del cerebro que nunca nos importó demasiado utilizar.

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