6/30/2009

Flema y compañía dijeron presente en el Monster of Punk

El pasado 28 de Junio se llevó a cabo el Monster of Punk, festival que tuvo como platos principales a Flema junto a Espías Secretos y que además contó con la presencia de una heterogénea camada de bandas nacionales. Revisa la cobertura en detalle que realizó Nihilismo Innecesario después del salto.

Por sorpresa tomó el cambio de recinto del Monster of Punk. Parecía que era el regreso en gloria y majestad del Estadio Víctor Jara, espacio que, cabe recordar, ha sido vetado en múltiples períodos para albergar conciertos punks masivos.

Sin embargo, esto no ocurrió, y el Teatro Novedades tuvo que asumir la responsabilidad de albergar el concierto. Malacura, cerca de las 17.00, fue la banda encargada de estrenar sus blancas paredes.

Era una fecha especial para la agrupación formada en 2002. Sobre todo para su vocalista, Américo Pinilla, quien le señaló a Nihilismo Innecesario, minutos antes de comenzar su presentación, lo importante que era para la banda compartir cartel con Flema. Ya que, originalmente, Malacura surgió como un homenaje ante la inesperada muerte de Ricky hace más de siete años.


Ya arriba del escenario, el quinteto interpretó, en cerca de 20 minutos, parte del repertorio de su disco La Ultima Cena de Punk y Vino (2005). Canciones como "Me hundo", "Malacura" o la celebrada "Mil Cervezas", dedicada al fallecido vocalista de Flema -que generó un espontáneo "Ricky no murió" por parte de los asistentes-, fueron escuchadas con respeto, pero sin demasiada efusividad por parte del público.

Además, la banda tocó "No quiero vivir", canción que será incluida en su segundo disco aún en elaboración.


Personalmente, considero positivo la inclusión de bandas emergentes en este tipo de festivales, tan acostumbrados a presentar a las mismas agrupaciones una y otra vez, lo que impide visibilizar a centenares de proyectos independientes de gran nivel. Malacura es uno de ellas.

Mientras comenzaba a llegar más gente, Curasbún subía al escenario. La agrupación liderada por Marihuana dedicó su actuación a Marcelo Villarroel y Freddy Fuentevilla, ex lautaristas presos en Argentina.


La actuación partió con "Todos los policías son bastardos", canción incluída en el split con Kaos Urbano titulado A la salud de los Muertos, la que generó el primer pogo de la jornada. Además, la agrupación interpretó otras canciones del citado material, como "Palestina" o "Canción Skinhead".

Uno de los momentos más aplaudidos ocurrió cuando tocaron "Modulo J", tema de su primer disco y que fue regrabada para el compilado Fugarte Rebelde (2002), la que fue dedicada a Mauricio Morales.


Para finalizar, Curasbún interpretó "Cabezas Rapadas" con un gran pogo de fondo, dando por finalizada su actuación.

Rozando las 18.00 fue el turno de Políticos Muertos.

Su actuación fue extraña. A simple vista, la agrupación formada en 1987 y que mantiene a Francisco Mallea (voz) y a Rodrigo Barrientos (bajo) como únicos miembros históricos que aún permanecen en la banda, no parecían cómodos sobre el escenario. El vocalista algo esbozó en una pequeña entrevista previa a su presentación, en donde aseguró no sentirse a gusto tocando en este tipo de festivales.


El recibimiento por parte del público fue tibio. Ninguna de las canciones de su disco homónimo de 1997 generaron algún tipo de algarabía. Incluso, clásicos del punk-rock chileno pertenecientes a ese material, como "Al matadero" o "Bolero", sólo provocaron un silencio cómplice, sin efusividad, sin cánticos ni menos matizados con algún pogo fugaz.

En menos de 20 minutos, Políticos Muertos decide bajar del escenario. "Aún les queda tiempo", les gritan a un costado del escenario. "No tenemos más temas", le responde irónicamente la banda reagrupada a fines de 2005, dando por finalizada su breve presentación.

Mientras BBS Paranoicos se preparaba para tocar, comienzan a sentirse los primeros cánticos de "No pasa nada: somos de Flema", al mismo tiempo en que flameaba una bandera roja y negra de la agrupación trasandina al ritmo de Cock Sparrer en medio del público.

Los minutos pasaron y cerca de las 18.30, BBS Paranoicos subía al escenario. Era una fecha especial para BBS, ya que correspondía a la primera presentación en Santiago del retornado Juan Herrera en batería -retirado de la banda desde 2002-, después del inesperado alejamiento de Daniel Tobar -quien grabó Antídoto (2007)- hace algunas semanas.


El cuarteto partió con "Ausencia", lo que generó una complicidad casi instantánea con los cerca de mil asistentes.

La agrupación eligió bien su repertorio, no centrándose sólo en sus dos últimos trabajos, que se alejan del hardcore más acelerado que cultivaron durante los noventa, sino que matizándolo con canciones de todos sus discos.

Uno de los puntos altos fue la interpretación de "Skasi un chiste", conducida en las voces por el Oso, la misma que remata con el "muere por la patria, saco'e wea", que fue coreada y bailada por la casi totalidad del teatro.

También fueron muy celebradas "Crucial" -la que incluso partió con aplausos-, "Tanto Insistir" y "Mentira", en donde se manifestó una complicidad con el público que no percibía, personalmente, desde una tocata con Eterna Inocencia del año 2002, época en que los BBS eran, por lejos, los máximos representantes de la escena hardcore santiaguina. Gran momento.

La banda remató con "Imperfecto", dándo por finalizada su presentación pasada las 19.00.


Ahora, era el turno de Espías Secretos. La agrupación oriunda de Villa Pueyrredón subió al escenario cerca de las 19.30.

Era la tercera vez que los trasandinos pisaban territorio chileno. La primera visita ocurrió en abril de 2003. Ahí fueron el plato fuerte del Sudamérica Ska Fest -junto a Legendarios Mandala-.

La banda interpretó diversos clásicos de su dilatada discográfia, como "En las calles", canción que según Hernán (vocalista), "tocábamos mucho en la época del menenismo: del capitalismo".

Contrario a mis expectativas, la agrupación no logró prender en exceso al ya repleto Teatro Novedades. Sin embargo, la banda se las arregló para hacer bailar al público en algunos pasajes de su media hora de show.


Por ejemplo, la interpretación -en versión ska- del clásico de Cock Sparrer "What's It Like To Be Old?" o el cover de The Specials "Hey little rich girl", fueron puntos altos de su interpretación, sobre todo por la presencia de numerosos vientos y percusiones.

Además, cabe señalar que los argentinos invitaron a los Precisos a compartir escenario, si no me equivoco, en "los Parches del Hambre".

Para finalizar, tocaron un cover que ya habían repetido en su última presentación en 2007: "Zu atrapatu arte" de Kortatu.

En términos de repertorio y puesta en escena, fue una sólida presentación, la que espero que en alguna oportunidad repitan en solitario, para que sus verdaderos fanáticos puedan presenciarlos como plato de fondo y, sobre todo, con un repertorio de larga duración.

Pasada las 20.00 sube Fiskales Ad-hok al escenario, una de las bandas más esperadas de la noche.


En términos generales, su actuación fue correcta. Incluyeron clásicos infaltables de su discografía, como "Eugenia", "No estar aquí" o "Al Puerto", pero también interpretaron una serie de covers, que seguramente estarán incluidos en su disco "12", como "Angelfuck" de Misfits o "Let's Lynch The Landford" de los Dead Kennedys, ambas agrupaciones que el actual quinteto chileno teloneó en alguna oportunidad.

Los Fiskales ofrecieron lo de siempre: una puesta en escena energética, cruda y llena de rabia. "Esta va dedicada a los conshasumadres de Frei, Ominami y Piñera", pronunció Álvaro antes de que Memo diera el vamos a "El circo". Gran momento.

Al igual que Curasbún, dedicaron una canción -"Lindo momento frente al caos"- a los ex lautaristas presos en Argentina, a quienes calificaron como "nuestros héroes".

Personalmente, celebré que incluyeran "Sudamérica, no", una de las mejores canciones de Calavera (2001). Cerca de las 21.00, Roly y cía abandonaban el escenario.


Ahora era el turno de Flema, que por tercera vez -segunda sin Ricky Espinosa-, pisaba territorio chileno.

Su actuación partió con "Más feliz que la mierda", desatando un coro casi generalizado entre los asistentes. Flema partió a los Ramones, interpretando uno tras otro sus éxitos más representativos, como "Vahos de ayer", "Vamos a Fumar" o "Blanco Cristal".En contra de Flema jugaron varios problemas de sonido, generados más que nada, por equivocaciones de Luichi, que en muchas ocasiones no alcanzaba los tiempos y hasta se le olvidaba como tocar algunas canciones. La accidentada ejecución de "Punk Rock Sobre Beethoven" -que contó con la colaboración de Américo de Malacura- es un buen ejemplo de esto.

Sin embargo, los trasandinos tuvieron varios momentos notables, como la interpretación en conjunto con Álvaro España de "Si yo soy así" -a la que también se sumó Américo de Malacura- o la celebrada "Anarquía en la Escuela", canciones que extrajeron una sonrisa de los cientos de flemeros presentes en el teatro.


Personalmente, uno de los momentos que más disfruté, fue la interpretación de "No quiero ir a la guerra", tema que fue enmarcado dentro de un manto de hermandad y compañerismo entre los pueblos chilenos y argentinos, mensaje que fue aplaudido de forma mayoritaria por los asistentes.

Sonaron muchos clásicos, como "Recordándote", la coreada "El linyera", "A nadie" y "La sangre de tu hermana", canción que Fernando le dedicó a la viuda de Pinochet.

Para finalizar, la banda terminó su concierto con el himno más grande y representativo que compuso Ricky: "Nunca seré policía". Esa oda inocentona en contra de la mentalidad policial, que fue gritada de forma cerrada por la concurrencia. Cerca de las 22.20, Flema abandonaba el escenario. "Buenas noches, Santiago", pronunciaban.

Mientras me alejaba del Teatro Novedades, junto al responsable del material gráfico que matiza esta crónica, se me venían a la cabeza pincelazos de este maratónico concierto, cuya duración superó, fácilmente, las cinco horas de música. Los covers, los himnos olvidados, los que se resisten a desaparecer, confluyeron en un concierto correcto y con un marco de público aceptable, el mismo que se resiste a abandonar, pese a las repetitivas modas de plástico, y que sigue reivindicando: el querido y necesario punk-rock.





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