Me gustaría tener una respuesta de como una banda puede ser reconocida a nivel internacional sin la explícita necesidad de comercializar el producto.
"Es sólo diversión y si me preguntas por las letras, Jason ha escrito cada una de ellas. Son vivencias de él que de alguna forma compartimos con el resto, de eso se trata Samiam", asegura calmadamente Sergei Loobkoff, guitarrista de la agrupación, mientras bebe un trago.
No buscan asestar un nuevo golpe en la escena, aunque lo cierto es que la diversión dio y sigue dando sus frutos, por esto no es nada nuevo que el grupo esté más a gusto en la quietud actual.
Samiam pertenece a esa incansable escuela que tuvo su máximo auge a fines de los noventa junto a bandas como Texas Is The Reason, Shudder To Think o los mismos Jawbreaker. El quinteto oriundo de Berkley esta noche no escatimó esfuerzos en demostrar, que pese a ser asociados a un manoseado "estilo musical", cuando éste es realizado con la fuerza de la agrupación, sólo logra reafirmar por qué ya era hora de tenerlos en Chile. En extenso después del salto.
Recuerdo que cada cierto tiempo no importaba cuando ni donde escuchaba el disco Clumsy (1994). Lo cierto es que nunca pasaron a empolvarse dentro de mis discos favoritos o luego en mi reproductor de música. Hoy me encontraba frente a esa misma banda, la cual en más de alguna vez me hizo citar frente a algún amigo la frase: "Estos weones deberian venir a Chile".
El público pasado las 21.00 ya comenzó a llegar en más "cantidad", donde cada uno parecía conocer al otro. Era un grupo de fanaticos de la "vieja escuela", liderados por el vocalista de la desaparecida agrupación Polutos Krokos, provistos de cintillos verdes fosforecentes y un lienzo hecho para la ocasión. En ambos se leía "SAMIAM".
Llegaban riéndose, en un amable acto de empatía y respeto, con una banda a las cuál los escuda la consistencia y honestidad, para el disfrute tanto de nuevas como viejas generaciones.
Cerca de las 21:30 la gente ya empezaba a entrar poco a poco. Mientras, distendidamente en el interior del local, el público y la banda -a un costado- se bebían una cerveza. Se acercaba la hora de comenzar con lo que seria una verdadera fiesta.
A las 22.00 Samian parte para no parar con "When We're Together", dando el vamos a un sólido set-list.
No internarse en las letras de Jason Beebout resulta casi imposible. Nos hace retroceder a momentos pasados, para traerlos a la actualidad con un sonido siempre bien ejecutado. Hay algunos ejemplos claros, que resultan una poderosa mezcla en el escenario.
Muestra de esto fueron "Capsized", "Factory" canciones que al poco andar eran coreadas a cabalidad por la concurrencia, para continuar con un clásico del disco You Are Freaking Me Out (1997), "Full on", desatando un fuerte remezón al local .
Tal vez su fama no se despliega precisamente por una gran movilidad de su vocalista en escena, sino a través de la pasividad interpretativa y lírica de Jason Beebout. Con esto no solamente se crean retratos imaginarios, unidos entre época y época, sino también sensaciones que a más de algunos volvieron esta noche, es donde canciones como la antes mencionada o "Superbrava" alcanzan su punto más álgido. Con estos datos se nos hace simple comprender el protagonismo de la voz en la banda.
Mientras agradecían al público y bromeaban con la concurrencia y la fanaticada de "lienzo verde", donde además de Omar de BBS Paranoicos, se encontraba Pablo de Nosindependencia.
Continuaron el set con "Wisconsin" y "Dull", ese tema de su disco Astray (2000), que simplemente emociona y tal vez, aunque no sepas del todo inglés, buscas la letra para ver que raramente te identifica. La multitud presente así lo sintió.
"I dont want to be other week with anyone to call...", cantaban eufóricos los asistentes, para terminar coreando a viva voz "Life can be so dull", ese tema generacional acerca de la amistad y esa ansiedad de que va a pasar después de que te quedes solo y "vacío".
"Bad Days" no dejaba de sorprender por la certeza en la ejecución. Aunque a veces el sonido de la segunda guitarra poco y nada se oía y la voz por momentos pasaba desapercibida, la noche no estaba para quejas. Pese a que no es lo ideal cuando vas a un concierto, ¿qué importa cuando tienes las canciones en tu omnisciente?
Sergei Loobkoff se plantea como el conductor, donde los únicos elementos, por instantes, parecen él y su guitarra, plasmando todo esto en "Mud hill" y "Stepson", confluyendo en la melodía enojo y esos recuerdos, sin sobrecargar musicalmente a la banda ni restarle créditos al resto.
"Oh, parece que nuestro guitarrista tiene que ir al baño a orinar", explicaba Jason entre risas tras la salida de Sean, segundo guitarrista de la agrupación. A continuación vuelven con "Sunshine" del disco Astray (2000), el cual recibio variadas críticas por parte del medio norteamericano, al comparar la voz de Jason con Chuck Ragan de Hot Water Music o el repentino cambio de sonido de este ultimo álbum, que para mí poseía el grado de punk rock suficiente junto a la sensibilidad cargada de letras directas pero humildes.
Mientras el público no paraba de cantar las canciones y hacer stagesdiving, para nadar en ese mar de personas que se apostaba en las primeras filas o usaba esa guitarra invisible para imitar a la agrupación más atrás. Lo estaban disfrutando. A tal punto que un asistente dio de fumar de su cigarro a Jason y Sergei en medio de una canción. A tal llegaba el grado de intimidad.
"She found you" fue la encargada de cerrar una maratónica noche, Con un vocalista con el cintillo de los mismos "chicos" que llegaron al comienzo.
Predominó la nostalgia, la vuelta al pasado con reencuentros de imaginarios y viejos amores. Una noche donde convivieron dos generaciones, los de la denominada "vieja escuela" con la "nueva escuela" sin incomodarse en lo absoluto.
Además, en vivo pudo desplegarse una agrupación que cumplió a cabalidad y con frescura las expectativas. Mostrando que se puede demostrar esa generosa mezcla de canciones de sus placas más conocidas con alguna que otra sorpresa. Debo decir, personalmente, que la espera una vez más valió la pena.
Agradecer la disposición de la organización con Nihilismo Innecesario.
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